EXPERIENCIA CIENTÍFICA SIN PRECEDENTES

Houston, tenemos un gemelo

La NASA estudia los efectos del espacio a través de un astronauta que estará un año en la ISS y su hermano que permanecerá en tierra

Kelly, Padalka y Kornienko, antes de embarcar rumbo a la EEI.

Kelly, Padalka y Kornienko, antes de embarcar rumbo a la EEI.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando el astronauta estadounidense Scott Kelly supo que a sus 51 años participaría en una misión de récord de la NASA, que por primera vez iba a poner a uno de sus astronautas un año en la Estación Espacial Internacional (EEI), mantuvo una reunión preparatoria de una rueda de prensa. Allí, planteó qué debía contestar si alguien se interesaba sobre si su viaje se aprovecharía para realizar estudios comparativos entre él y su hermano gemelo, Mark Kelly, también astronauta pero retirado, que se quedaría en la Tierra. Unas semanas después, un científico de la agencia espacial estadounidense le anunció a Scott que su idea había gustado a la comunidad científica, y desde el sábado es una realidad. Su experiencia tendrá tonalidad científica.

Kelly y el cosmonauta ruso Mijail Kornienko llegaron en la madrugada del pasado sábado a la EEI, tras un viaje en la nave Soyuz desde el cosmódromo Baikonur, de Kazajistán, de seis horas (menos de lo que se tarda en un vuelo entre Barcelona y Nueva York). Durante el año que pasarán en ese ingenio que orbita a unos 400 kilómetros de la Tierra -la primera misión de esta duración para la NASA y también la más larga global, desde que hace dos décadas el ruso Valeri Poliakov pasó 437 días en la estación Mir- se llevarán a cabo diez investigaciones en siete categorías científicas distintas, comparando los parámetros del Kelly que se ha quedado en tierra con los de su gemelo, el astronauta que orbitará a su alrededor a una velicidad de ocho kilómetros por segundo.

El hermano orbital enviará sus muestras de sangre aprovechando las visitas de transbordadores que durante el año llegarán a la EEI. La comparación permitirá estudiar efectos médicos, biomédicos y psicológicos del aislamiento, la radiación y la microgravedad, analizando desde cambios en la actividad genética hasta alteraciones en la bacteria intestinal o la vista, alteraciones que la NASA ha cotejado con el envejecimiento en la tierra («equilibrio alterado, corazón y músculos debilitados, sistema inmune funcionando peor y pérdida ósea»). Kelly ha asegurado que la investigación tiene como objetivo «intentar mitigar esos efectos para poder explorar algún día más allá de la órbita cercana a la Tierra, e ir más lejos de donde hemos ido hasta ahora». Solo el viaje para llegar a Marte, el primer planeta que se considera con potencial para exploración humana, llevaría al menos siete meses.

Aunque se sabe que la muestra de los Kelly es demasiado pequeña para obtener conclusiones definitivas, la posibilidad de estudiar a dos hermanos idénticos en un proyecto financiado con 1,5 millones de dólares despierta entusiasmo entre los científicos involucrados, como Andrew Feinberg, de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. «La NASA está trabajando en el mayor proyecto científico de la historia de la civilización, transformando a la humanidad, una especie que habita la Tierra, en una que explora el espacio -le decía el investigador genético a The Washington Post-. Pueden pasar cien años antes de que tengamos a seres humanos viviendo en Marte, pero esto es un nuevo tipo de ciencia. Es un esfuerzo multigeneracional».Junto al estudio físico, es trascendental también el psicológico, y la larga duración de esta misión es otro de sus factores clave, ya que permitirá esa observación. «Hemos hecho muchas misiones de seis meses y no anticipamos muchas sorpresas al pasar a un año, pero no lo sabremos hasta que esta experienca acabe», ha explicado Mark Shelhamer, principal científico del Programa de Investigación Humana de la NASA, donde los investigadores podrán también comparar cómo regresa Kelly esta vez, en relación a su estancia anterior en la EEI, cuando pasó 159 días.

Antes de que él y Kornienko regresen a la Tierra en el 2016 se habrá superado otro récord. Con ellos ha viajado el cosmonauta ruso Gennady Padalka, que aunque solo pasará seis meses en la EEI cuando regrese será el humano que más tiempo acumulado ha pasado en el espacio: 878 días. Un viaje excepcional en todos los ámbitos.