Gente corriente

Graciela López: "La solución de nuestros males está en lo simple"

Técnica en hematología. Terapeuta holística. Un accidente le abrió las puertas hacia lo que llama salud vibracional.

«La solución de nuestros males está en lo simple»_MEDIA_1

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OLGA MERINO

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Asegura que era una persona muy mental, de las que buscan una explicación racional a cuanto sucede, hasta que sufrió un accidente. Graciela López Moreno (San Juan, Argentina, 1955) practica hoy la sanación vibracional, que pasa por canalizar energías e identificar primero las emociones.

-Tenía 9 años cuando, por razones laborales de mi padre, nos mudamos a la ciudad de Trelew, en el sur. En aquel momento, trasladarse a la Patagonia suponía hacer país.

-¿Por qué?

-Piense que nos llevaba a la playa y tenía que ponernos piedras en los bolsillos porque, si no, el viento nos volteaba… Viento y una inmensa planicie árida.

-Allí se formó como técnica hematóloga.

-Esperaba la oportunidad de ir a estudiar medicina a Buenos Aires, pero nunca llegó. Así que comencé a trabajar en el hospital de Chubut, como responsable del banco de sangre. De ahí, con el tiempo, me trasladé al Hospital Militar de Buenos Aires.

-¿Abandonó su país por la dictadura?

-No exactamente. Me fui cuando empezó la guerra de las Malvinas. Trabajaba en el hospital, y cada mañana veía, en el patio del centro militar anexo, cómo traían a chiquitos de 14 y 15 años, de las provincias del norte, y les hacían la instrucción con armas inservibles… Luego, nos los devolvían heridos.

-La guerra fue un ardid de la junta militar.

-El pueblo comenzó, de forma masiva, a donar alimentos y ropa -allí, en las islas, hace 30 grados bajo cero-, pero luego te llegaban las criaturas con déficit de nutrición. Resulta que les vendían los abrigos y el chocolate, y no podías decir nada.

-Ya.

-Me fui porque no quería ser partícipe de aquello. Mi propósito era seguir formándome, fascinada como estaba por el mundo hospitalario, desde la anestesia a los partos. Con los años de atención sanitaria, me di cuenta de que lograba tranquilizar a mis pacientes por imposición de manos.

-¿?

-Para hacer una extracción de médula en niños, que es muy dolorosa, acababan llamándome a mí porque lo hacía con facilidad y lograba calmarlos. Pero no solo yo… Todos hemos percibido que en el momento en que posamos la mano sobre un enfermo estamos transmitiéndole energía.

-Y un día el destino le dio un vuelco.

-Sí. Sufrí un accidente de coche, y el impacto fue tan fuerte -tuvieron que sacarme por el techo- que me quedé inmovilizada del lado derecho. Dicen que nada es casual, y unos días antes me habían entregado la dirección de una clínica china. Allí, sin preguntarme nada y tan solo con presionarme unos puntos en la columna y el omóplato, recuperé la movilidad.

-Una experiencia que le cambió el chip.

-Comencé a estudiar terapias alternativas: quiromasaje, reflexología, reiki, kinesiología… Y me afiancé en la creencia de que somos muy mentales y no percibimos que a menudo las emociones son la causa de la enfermedad. Si uno está mal emocionalmente, lo primero que se altera es el sistema inmunológico. El cuerpo avisa.

-Hay mucho blablablá al respecto.

-Sí, al ponerse de moda se ha desvirtuado un poco. Pero créame que uno mismo puede aprender a sanar sabiendo usar la energía. El poder está dentro de uno. He aprendido que en la simplicidad está la solución de la mayoría de nuestros males.

-Suena bien.

-Lo más difícil es aprender a ser, que significa aceptarte como eres, sin juzgarte ni culparte. Si lo consigues, tampoco juzgarás a los demás; así de simple. Para lograrlo, aplico la sanación de los campos energéticos que la persona me hace llegar.