Gente corriente

Gema Navarro : «Si veo que una maga no es buena, también lo digo»

Divulgadora mágica. Animada por el gran Juan Tamariz, ha sacado a la luz a 400 mujeres magas.

«Si veo que una maga no es buena, también lo digo»_MEDIA_1

«Si veo que una maga no es buena, también lo digo»_MEDIA_1

GEMMA TRAMULLAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado miércoles, Gema comenzaba su conferencia sobre mujeres y magia reivindicando el papel imprescindible de las que se dedican a plancharle los pañuelos al mago, las que están detrás del escenario o a la sombra del genio de turno. Con este democrático enfoque ha reunido 400 historias de féminas, entre ellas el extraordinario caso de Mary Toft, que a principios del siglo XVIII convenció a la comunidad médica de que ella, en lugar de bebés, paría conejos. Su truco inspiraría la característica imagen del mago sacando un conejo de la chistera. Gema actúa hoy en la gala del Festival El Rei de la Màgia (a las 17.00 y 21.00 horas en el Teatre Museu de la calle de Jonqueres).

-Se presenta como «medio maga». Y la otra mitad, ¿qué es?

-Investigadora. Doy clases de teoría e historia en la Gran Escuela de Magia Ana Tamariz de Madrid. Me tira más leer e investigar que ensayar durante horas y solo en ocasiones especiales hago algún juego. Esta noche presentaré La Belle de Nuit, un sistema de flotación que se hace con una bola y un pañuelo al que he añadido unos pases de Lola de Fu-Manchú, la esposa del famoso mago FuManchú.  A ver cómo sale...

-La mayoría de mujeres se inician en el ilusionismo porque son hijas o parejas de un mago. ¿Ese también es su caso?

-No exactamente. Yo soy de Barcelona, pero llevaba unos años representando a artistas en Madrid cuando el Mago Migue me pidió que trabajara con él. Yo no tenía ni idea de magia y le dije que no podía ayudarle. Pero él insistía. Me dijo que se iba a presentar al concurso del congreso mundial de magos y entonces, medio en broma, le dije que me llamara si ganaba. ¡Y fue campeón mundial!

-¡¿Y la llamó?!

-¡Claro! No podía decir que no. Le organicé el espectáculo y al poco Juan Tamariz, viendo el trabajo que había hecho con Migue, me incorporó a su equipo. Después me convertí en su pareja y durante cinco años estuve las 24 horas del día a su lado. Es una persona con un carisma impresionante, una personalidad arrolladora, un genio. Nos separamos en el 2007, pero sigo siendo tamariziana.

-¿Y estando a la sombra del genio se le ocurrió investigar sobre las magas?

-Fue él quien me impulsó a hacerlo y a publicar lo que iba encontrando en una serie de libros de su editorial, Frakson. Él mismo utiliza en uno de sus famosos juegos de cartas una rutina que se inventó una mujer del siglo XIX, Madame Patrice.

-¿Cuál es la referencia más antigua de una mujer practicando la magia?

-En el siglo I de nuestra era una vestal de nombre Tutia fue acusada de no ser virgen. Como ella lo negaba, la obligaron a hacer una prueba: si conseguía llevar agua desde el río hasta el templo en un cedazo, su honor quedaría a salvo. Y lo logró, utilizando un cedazo trucado. Eso cuentan los libros de historia y se non è vero è ben trobato.

-¿Por qué se conocen tan pocas magas?

-La mayoría tienen un papel secundario o están detrás del escenario y contribuir a su visibilización es positivo para el arte de la magia. Lo que sí es cierto es que, en general, a las mujeres no nos atrae tanto la imposibilidad lógica ni el jugar por jugar. En lugar de estar dale que te pego con las cartitas, en las actuaciones de magas siempre hay más efectos visuales, teatro, danza...

-Los magos más famosos son hombres.

-Hay alguna excepción, como Juliana Chen, pero es muy difícil que una maga tenga un nivel tan bueno como un mago.

-¿Ah sí?

-Faltan referentes, directores, más preparación y, sobre todo, falta que ellas encuentren su estilo y no intenten imitar a los hombres. Yo no aplico la discriminación positiva con las magas y las juzgo por el mismo rasero que a ellos; si veo que una maga no es buena, también lo digo.