Abd Ur Rehman: "Un funcionario del CIE llamó al '1.584'. Era mi número"

A un tris de regularizar su situación legal y sin antecedentes, pasó 58 días en dos centros de internamiento de extranjeros.

«Yo nunca había estado en un sitio como el CIE»_MEDIA_1

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POR NÚRIA NAVARRO

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–10 de diciembre del 2013. El día de mi cumpleaños. A las 10 hice la entrevista de arraigo social en la oficina de paseo de Sant Joan, y luego fui a ayudar a un amigo que tenía mucho trabajo. Me envió a hacer un recado al Hotel Vela y dejé todos mis papeles en su oficina. En la Barceloneta dos policías me pararon y me pidieron la documentación. Solo llevaba encima el carnet de mi país. Me dijeron que querían hacer una comprobación rutinaria y me llevaron a la comisaría de la Verneda. "Será solo una hora", aseguraron.

Así empezó el calvario de Abd Ur Rehman (Gujrat, Pakistán, 1988), graduado en comercio e informática, a dos pasos de la legalidad. 58 días de encierro en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) de Zona Franca y de Aluche. Jamás olvidará esos dos meses.

No fue "solo una hora". Me dejaron en el calabozo y me dijeron que otros agentes me llevarían a los juzgados al día siguiente. Allí me notificaron que me habían detenido por ilegal, que habían emitido una carta de expulsión. No te dan la oportunidad de demostrar que estás en trámites de regular tu situación. Me llevaron en una furgoneta al CIE de Zona Franca.  Nunca había estado en un sitio como ese, ni en una situación similar.

No tenía antecedentes. No. El CIE era como una cárcel, con cámaras en los pasillos. Una celda con seis camas y sin lavabo. Cinco minutos para la ducha a la vista de todos. Yo estaba muy nervioso. Hacía tres días que no había hablado con mi mamá y sabía que se preocuparía. Me bajó la tensión.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Hac\u00eda tres d\u00edas que no hab\u00eda llamado a\u00a0mi mam\u00e1.","text":"\"Hac\u00eda tres d\u00edas que no hab\u00eda llamado a\u00a0mi mam\u00e1.\u00a0Sab\u00eda que se preocupar\u00eda. Me baj\u00f3 la tensi\u00f3n\""}}¿Encontró apoyo de los otros internos? No hablaba con nadie. Mi objetivo era legalizar mi situación. Allí dentro había chicos con antecedentes, gente que se metía en peleas, buena gente. Cuando me tranquilicé un poco aprendí a jugar al ajedrez con un dominicano, que acabaron expulsando. No te dicen cuándo te deportan. Pude contactar con la Intersindical y con el abogado Jordi Busquets.

¿Vivió momentos de tensión como los que se producen estos días? Hubo una movilización fuera para pedir el cierre de los CIEs y dentro corrió que nos dejarían en libertad. No fue así, se declaró una huelga de hambre yo estuve dos días sin comer y vinieron los antidisturbios. Pero mi peor momento no fue ese.

¿Cuál fue el peor? Cuando se cumplían 27 días de encierro en el CIE, vino un funcionario con una linterna y llamó: "El 1.584". Mi número. Me metieron en una furgoneta, esposado, a oscuras. Nadie me dijo si había llegado la hora de la deportación. No quise probar bocado porque corría el rumor de que echaban tranquilizantes en la comida para subirte al avión.

Ocho horas después la furgoneta entró en el CIE de Aluche. Sí. Como no conseguían el documento para expulsarme, me llevaron a Madrid, donde está la embajada de Paquistán, para tramitar mi pasaporte. Un funcionario me dijo: "Tranquilo hijo, de aquí no te llevan a ninguna parte". Comí un poco. El centro de Aluche estaba más sucio, pero es más abierto. Después de otros 31 días me dejaron en libertad. Estaba a punto de llegar a los 60 días, el máximo que se puede estar en el CIE. Cruz Roja me dio 5 euros para coger el metro y yo tenía 50 escondidos para el bus de vuelta.

¿En los CIEs se vulneran derechos humanos? Yo tuve suerte con los funcionarios. Pero vi peleas entre policías e internos. Es un sitio que habría que cerrar.

Usted ya tiene los papeles. Gracias a Dios y a Jordi [Busquets]. Me he casado, pude ir a visitar a mi mamá después de seis años sin verla, y trabajo en la oficina de distrito de Nou Barris como técnico informático. Es un trabajo temporal. Sigo luchando por un empleo estable.