Gente corriente

Desirée García: «Vi la carita a la niña y la sentí como algo mío»

Esta camarera se topa con un parto en la calle y se convierte en comadrona. No es la primera vida que salva.

«Vi la carita a la niña y la sentí como algo mío»_MEDIA_1

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ÓSCAR HERNÁNDEZ

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Desirée García Pecero (Barcelona, 1965) lleva un ángel de la guarda incorporado. Hace casi dos años, el 31 de agosto del 2013, dos días antes de su cumpleaños, vio a dos mujeres desesperadas intentado parar un taxi en la calle de Entença. Pese a que le quedaban 10 minutos para incorporarse a su puesto de trabajo de camarera en el bar Xamfrà, justo delante de la prisión Modelo, García no se lo pensó dos veces y acudió en su ayuda sin intuir lo que estaba a punto de suceder.

-Siga usted.

-Un taxista frenó, pero al ver a las dos chicas de cerca aceleró y se marchó. Una de ellas se detuvo, dio un grito. Un líquido le caía por las piernas. Entonces comprendí que estaba de parto. La tumbé y pedí a su compañera, que era su prima, que fuera a buscar ayuda.

-Y le tocó hacer de comadrona.

-Yo le bajé el panti y noté en la palma de mi mano la cara del recién nacido. ¡Estaba saliendo! Pero se quedó atascado y tuve que tirar de la cabeza con cuidado. Se me resbalaba de las manos y empecé a limpiarlo como pude. Se puso morado y le dije: 'Ahora no te mueras'. La madre estaba asustada y pendiente de mí. Intenté parecer tranquila. Le di unos golpes en la espalda al bebé y empezó a llorar, y a sacar agua por la nariz.

-Usted ya había visto un parto.

-Qué va. Tengo dos hijos, pero no ves cómo nacen. Me sorprendió que el bebé resbalara tanto. Apenas lo podía agarrar. Y su color. Tenía el cordón enrollado al cuello. No sabía si cortarlo. ¡Menos mal que no lo hice! Podría haber muerto. Tampoco tiré del cordón porque habría arrancado la matriz. Instintivamente, lo recogí y lo puse debajo de las piernas de ella. Pero son cosas que no sabes. Enseguida llegó la ambulancia y unos mossos de la prisión, que se hicieron cargo de la madre y el bebé, que era niña.

-La Conselleria d'Interior informó que fueron los mossos los que salvaron al bebé.

-La gente del bar y del barrio estaba indignada. Sabían que fui yo la que asistió el parto. Cientos de mossos felicitaron a sus compañeros en internet, pero vecinos y amigos escribieron para explicarles la verdad.

-Sospecho que los Mossos querían limpiar su imagen. Coincidió con varios casos graves protagonizados por ellos.

-Todos pensamos eso. Pero creo que no es culpa de aquellos mossos, sino de sus jefes. La gente decía que si la policía mentía con algo así, qué no harían con cosas más grandes. Pero yo no quiero protagonismo. Lo más importante para mí es el privilegio de haber vivido algo así y saber que la niña vive. Fue mi mejor regalo de cumpleaños.

-Quien seguro sabe la verdad es la madre.

-Sí. Primero, vino su prima al bar a darnos las gracias. Nos dijo que la niña pasó unos días en el hospital porque había aspirado líquido. Luego nos visitó la madre con la niña para conocerme.

-Emocionante.

-Mucho. Vi la carita de la niña y la sentí como algo mío. Fue impactante. Su madre me dio las gracias. Me contó que le faltaban tres semanas y que el bebé se adelantó. Ella acababa de ver a su marido en la Modelo cuando se puso de parto. Cada vez que volvía a verle me traía la niña al bar. Luego dejó de venir. Igual el hombre quedó libre.

-¿Alguna vez le había ocurrido algo así?

-Uy, no lo había pensado. Pero ahora que lo pregunta una vez mi compañera del bar se atragantó bebiendo agua. No podía respirar. Pensé que bromeaba. Hasta que la agarré por detrás y le apreté el pecho para que la expulsara. Me dijo que se moría y que yo le había salvado la vida.

-Ufff.

-Y al nieto de una clienta se atragantó con una gominola. Le metí los dedos en la garganta y la saqué. Como hice años antes cuando mi hija dejó de respirar por un trocito de caracol que se quedó atravesado.