El Pertús, 'desolé'

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FERRAN COSCULLUELA / EL PERTÚS

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Los clientes del Snack Rapido de El Pertús se han quedado hoy sin servicio. Un cartel en francés escrito a toda prisa explicaba los motivos tras el cristal de la puerta. “Cerrado hasta nueva orden. Accidente de tráfico. ‘Desolé”. Debajo del rótulo, enganchada también con celo, una flor. Florian, el joven propietario de la sandwicheria, no ha abierto el establecimiento después de presenciar en persona el fatal accidente de sus trabajadores, porque iba unos coches más atrás del vehículo accidentado. El siniestro también ha conmocionado a los comerciantes y trabajadores de este enclave comercial y fronterizo a caballo entre Catalunya y Francia.

Álvaro, un joven camarero del restaurante Le Rapido (comparte nombre con el anterior porque tiempo atrás ambos propietarios fueron socios) todavía no sabe “si reír o llorar”. Este amigo íntimo de Pedro, la víctima que ha sobrevivido, está “hecho polvo” porque sabe que su compañero ha sufrido un brutal accidente, pero también es consciente de que ha tenido más suerte que las dos personas que lo acompañaban y que el resto de fallecidos. Ha salvado la vida de milagro. “Debería estar contento, porque mi amigo tiene un ángel”, reconoce.

MOMENTOS TERRIBLES

El camarero explica que ha conocido la noticia en Figueres, sobre las 7.20 horas. Lo primero que le dijeron es que Pedro había sufrido un accidente, pero no tenía más detalles. Cuando llegó a El Pertús se paró en el establecimiento en el que trabajaban las víctimas y allí unos camioneros le dijeron que los bomberos todavía lo estaban sacando del coche. Pero al rato llegó alguien diciendo que su amigo también era uno de los muertos. “Ese momento fue terrible, pero afortunadamente duró poco porque enseguida me dijeron que finalmente había sobrevivido”, recuerda.

Álvaro define a Pedro como una persona seria y tranquila, muy prudente, “que nunca corre con el coche”. Un Dacia Sandero que se compró hace tan solo tres meses. “Tengo muchas ganas de verlo y de abrazarlo”, afirma emocionado.

A pocos metros, en el restaurante La Brochette, Carlos está dando unos retoques de pintura a una pared. Es colombiano, como Jesús, su alegre compatriota de 38 años que era muy querido en El Pertús porque se ponía a cantar y bailar en los lugares en que trabajaba para llamar la atención de los clientes. “Era muy buena persona y muy cariñoso. Solo que te conociera un poco ya te daba un abrazo”, explica.

VIDAS ROTAS

Jesús, que iba de copiloto, se había casado en diciembre. Tras las vacaciones de invierno dejó a su esposa en Colombia con el proyecto de hacer los trámites necesarios para que ella pudiera venir a Catalunya en breve para reunirse con él. Una historia de amor que ya no podrá ser, como tuvo que explicarle a la madre del finado otra colombiana que también trabaja en ese restaurante.

Aalah, el marroquí de 31 años que también ha perdido la vida en el accidente, es el que llevaba menos tiempo trabajando en El Pertús. Por eso era el menos conocido, aunque también era muy querido entre los trabajadores que lo conocían. “Había sido padre recientemente y su padre falleció el mes pasado”, lamentan.