NUEVO AUMENTO DE LOS COSTES DE LA MOVILIDAD

El coche, esa ruina

Atasco en las calles de Barcelona

Atasco en las calles de Barcelona / periodico

CRISTINA BUESA
BARCELONA

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En diciembre del 2011, viajar en coche entre Barcelona y Girona costaba 19 euros. Desde ayer, con el impacto de la subida del IVA, recorrer esos 109 kilómetros por la AP-7 supone 22 euros (calculando un consumo de ocho litros cada 100 kilómetros). Es solo un caso. Y eso si se tiene en cuenta únicamente el aumento del precio de la gasolina y los peajes, dejando de lado lo que supone la conservación del vehículo (taller, seguro, párking), aspectos en los que, sin excepción, los precios tampoco han parado de subir en los últimos ocho meses. Moverse en coche es, cada día más, un lujo.

Hay quien no tiene más remedio que rascarse el bolsillo. Por ejemplo los que no tienen alternativas viarias reales, como los vecinos de la demarcación de Girona con la ineficiente N-2. Muchos de ellos bajan a la capital catalana a diario o varias veces por semana. Hay quien puede seguir costeándose esas cantidades, pero la gran mayoría de la población ha perdido poder adquisitivo y quiere como sea reducir costes en sus desplazamientos.

Quienes pueden (por oferta u horarios) van dejando los vehículos en casa y se pasan al transporte público. Pero los que irremediablemente necesitan un automóvil para trabajar tienen que sumar desde este mes varios euros a cada viaje.

PASO A LAS VÍAS GRATUITAS / Desde que comenzó la crisis, en las carreteras catalanas se ha detectado un descenso del tráfico de alrededor de un 4% cada año, según el coordinador de Mobilitat i Seguretat Viària del Servei Català de Trànsit, Òscar Llatje. El experto avisa de que esa pérdida de conductores en la carretera es consecuencia directa de la situación económica y que todo apunta a que la cifra seguirá cayendo.

En Trànsit están además preocupados porque los viajeros, hartos de las subidas de precios de los peajes, optan cada vez más por las alternativas gratuitas. Ello carga de tráfico esas vías, congestionándolas y convirtiéndolas en más peligrosas por la convivencia con los vehículos pesados, que al mismo tiempo también se han movido a estas carreteras para ahorrar costes. Son cifras no oficiales, pero se calcula que el tráfico en estas carreteras secundarias puede haber aumentado entre un 15% y un 20% en los últimos tiempos.

UNA FUGA QUE VA A MÁS / Las concesionarias de autopistas sufren también las consecuencias. Entre enero del 2008 y el primer semestre de este año, según un portavoz de Abertis, la empresa vio cómo el tráfico en las carreteras de peaje que tiene en España bajaba un 30%. Y las constantes subidas del carburante, la última también ayer, contribuyen a presentar un panorama muy poco esperanzador. Estas empresas ni se plantean, por ejemplo, absorber el aumento del IVA aplicado ayer, del 18% al 21%, del mismo modo que en julio, cuando el Ministerio de Fomento les comunicó oficialmente que derogaba las bonificaciones, optaron por repercutirlo en la tarifa con una subida del 7,5%.

Y la fuga de clientes puede ir todavía a más. En la red de pago que depende del Estado (AP-7, AP-2, C-33), esta es la tercera subida en solo ocho meses. A la habitual de principios de año, la del 1 de enero, se sumó la del 29 de julio, una vez Fomento retiró las bonificaciones que desde 1999 permitían a las concesionarias aplicar descuentos.

También la Generalitat sigue pendiente de cobrar de Fomento más de 40 millones por este concepto para poder seguir con las subvenciones. La falta de noticias sobre ese impago hace temer que los descuentos que la Conselleria de Territori aplicaba en ciertas barreras por recurrencia, para vehículos ecológicos y para turismos ocupados por tres o más personas están a punto de ser modificados. A la baja, claro.

EL 'EFECTO CORBATA' / O sea, que quienes se beneficiaban de alguna de esas rebajas desde principios de este año -cuando se unificaron y se eliminaron las gratuidades poco homogéneas que había- pueden ver en breve como todavía les cuesta más desplazarse en coche. Una nueva invitación a abandonar las cuatro ruedas, como han hecho muchos pero, en opinión del presidente de la asociación Promoció del Transport Públic (PTP), Ricard Riol, todavía no los suficientes. Cree que la Generalitat debería haber impulsado políticas más agresivas para incentivar el uso de Rodalies, metro o autobuses.

Riol atribuye el leve descenso del número de usuarios del transporte público del área metropolitana (un 1,9% menos en el primer semestre frente al mismo periodo del 2011) al «paro galopante» que ha aguado el efecto que produjo al principio de la crisis el hecho de que muchos ciudadanos que habitualmente se movían con su coche (y que se dedican a profesiones que les hacen vestir corbata) se pasaran al tren.

El director general de Transports i Mobilitat, Ricard Font, piensa sin embargo que el transporte público -gracias al buen servicio y a la diversificación de abonos, sostiene- sí ha captado a ese público del coche privado harto de desembolsar día sí día también más dinero por la gasolina, el peaje o el taller.