Gente corriente

Claudina Vidal:«Te acercas a la zona más escondida de la sociedad»

Forense. Ha trabajado en tragedias como el tsunami y el accidente de Castelldefels.

«Te acercas a la zona más escondida de la sociedad»_MEDIA_1

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OLGA MERINO

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Subdirectora del Institut de Medicina Legal de Catalunya, Claudina Vidal Gutiérrez (Sant Boi, 1960) ofrece mañana, martes, una conferencia en torno a la investigación forense en la Biblioteca Poblenou (19.00 h.).

-Series como BonesCSIDexter… ¿le hace sonreír lo que cuentan?

-Ha sucedido un fenómeno curioso con ellas: de que nos vieran como a bichos raros, hemos pasado a estar de moda. Ocurre, sin embargo, que los personajes que las protagonizan en EEUU son policías médicos, el coroner, una figura que aquí no existe. Las series invitan a creer que un análisis forense es rapidísimo, y no.

-Una profesión llena de tópicos la suya.

-Es verdad que se identifica siempre al forense como el médico de los muertos, pero detrás hay un trabajo muy humano. Somos testigos de una parte de la sociedad que queda muy escondida.

-¿Por ejemplo?

-Maltrato a mujeres y niños, abusos sexuales, pérdida irremisible de las facultades mentales. Lo que me llamó más la atención cuando empecé fue la toma de contacto con unos valores que nada tenían que ver con los míos. No te parece posible que alguien pueda abusar de un niño. Estoy hablando de miseria moral, del alma.

-Qué espanto.

-La parte humana es importantísima. Recuerdo un caso en L'Hospitalet, el de una niña que había sufrido una agresión sexual por parte del padre… Me pasé toda la mañana con ella; desayunó conmigo, estuvimos pintando y jugando hasta que fue ella quien me lo explicó. «Esto que te estoy contando, ¿no se lo dirás a nadie, verdad?», me dijo.

-¿Recuerda su primera autopsia?

-Sí, tenía 25 años y me impactó. Coincidió con un levantamiento de cadáver, una señora que llevaba dos meses muerta, y los vecinos alertaron porque la radio no había dejado de sonar en todo ese tiempo. Me hizo meditar mucho sobre el valor de la vida, del día a día, de la amistad. Puedo asegurarle que hay mucha soledad.

-Estuvo en Tailandia cuando el tsunami.

-Sí, fue una experiencia muy intensa [diciembre del 2004, 230.000 muertos en 15 países del Índico]. En la ciudad de Khao Lak trabajábamos en un templo donde había 2.000 cadáveres, y a nuestro lado se erguía una estatua de Buda; era una especie de shock porque los monjes cada mañana le hacían sus ofrendas. La Interpol nos integró en su equipo y fue una satisfacción comprobar que estábamos a la altura.

-También participó en la investigación de la tragedia aérea de Germanwings.

-Hasta los Alpes se desplazó nuestra compañera Anna Hospital y nosotros, desde aquí, hicimos el ante mortem.

-Perdón, ¿en qué consiste?

—Es el análisis previo, recoger aquellos detalles más significativos que puedan ayudar a identificar un cadáver: aparte de los datos antropométricos (altura, peso, color de ojos), tatuajes, piercings, cicatrices, intervenciones y datos odontológicos.

-Muy duro, en esos momentos, preguntar a la familia por tales pormenores.

-La recogida de datos ante mortem se hace siempre con el apoyo de un equipo psicológico. La colaboración de los familiares es fundamental para obtener el mayor número de datos del desaparecido.

-Ya.

-Recuerdo, en el accidente de Castelldefels [verbena de Sant Joan del 2010], el caso de una chica que perdió al marido y fue capaz de recordar que el fallecido tenía hongos en las uñas de los pies. Después, en el post mortem, ese dato nos ayudó mucho a identificarlo. En otro caso, fue clave que un padre adujera que su hijo tenía ginecomastia [glándulas mamarias].