Carnaval, carnaval

Imaginen por unos instantes el desierto oceánico del Índico. El menos explorado de los océanos. Unas 1.400 millas (2.500 kilómetros) hasta el puerto más cercano. Aguas de un azul profundo. Las del Mediterráneo tienen una tonalidad algo más verdosa; es porque albergan más algas unicelulares (fitoplancton) y, en consecuencia, más actividad clorofílica. Cuatro mil metros de profundidad. Eldeep blue. Días y días de navegación sin que el radar delate a ninguna otra nave. Sigan imaginando esa inmensidad azul, fuera de las rutas marítimas, donde las noches despejadas y sin luna la infinita sinfonía luminosa de las estrellas sobrecoge al alma más templada.

Bien, ya tenemos el escenario general. Ahora, cerremos el foco. Ahí, en medio de ese páramo acuático y rizado, un cuerpo extraño. Artificial. La mano del hombre. Es un barco. Militar. La cubierta y los flancos lo identifican. A 33, pone en grandes caracteres blancos. El color del casco no es precisamente discreto. Naranja. ¡Un buque militar de color naranja! Algo no cuadra. Quizá el aislamiento distorsiona los sentidos. Nada de eso. Es naranja. O butano, si lo prefieren.

Con todo, esto no es lo más extraño. Cerremos aún más el foco. ¿Qué hace toda esa gente en cubierta? ¿Quiénes son esos personajes estrafalarios? Cierren el foco un poco más. Amplíen la imagen cuanto puedan. Mortadelo. Un gladiador. Cuatro sirenas con colas refulgentes. Súper Mario. Un cardenal purpurado. Una bailarina de charleston. Un superhéroe. Michael Jackson redivivo. Dos brujas. Un crucerista¿ El carnaval ha llegado alHespérides.

Después de tres largas semanas de navegación y duro trabajo, los científicos y los marinos han agradecido el respiro carnavalesco. La fiesta había sido convocada el día anterior en la orden oficial de a bordo. "Se invita a todo el personal a acudir disfrazado. Habrá desfile de disfraces con premio para el mejor", rezaba la orden del comandante, firmada por el segundo oficial.

A veces resulta difícil saber de dónde sacan el tiempo estos investigadores. Se lo deben de restar al sueño, claro. El catálogo de disfraces artesanales, improvisados con cartones, tubos, plásticos y otros materiales sobrantes de los laboratorios, ha sido sorprendente. La mayoría fueron confeccionados la noche pasada. Y esta noche también se adivina larga. Algunos habrán de recuperar en el laboratorio las cuatro horas invertidas por la tarde en la cubierta con los disfraces y el futbolín.