LA PROMOCIÓN DE LA EXCELENCIA

Carlos Vilés, universitario de 16 años

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Con solo seis meses, cuando apenas conseguía ponerse en pie sosteniéndose en los muebles a su alcance o entre las piernas de los adultos, Carlos Vilés ya era perfectamente capaz de distinguir los colores. "Yo le decía que cogiera una bola roja y que la metiera por un agujero y lo hacía sin dudar… Y lo mismo con las azules o con las verdes. Lo tenemos grabado en video, porque nos hacía mucha gracia", cuenta Montserrat Labrandero, la madre de la criatura. "Allí fue cuando empezamos a intuir algo, cuando vimos que quizás tenía más capacidad que otros niños de su edad", agrega la progenitora.

Carlos, que escucha con una sonrisa tímida las explicaciones de su madre, es ahora un muchacho de 16 años, apasionado por los trenes y que estudia chino desde que tenía siete. Y es también el estudiante universitario más joven este curso 2016-2017 en Catalunya. Entró en el grado de Ingeniería Civil, la antigua Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, con una nota de selectividad de 9,37, una de las más altas de Catalunya, y la semana pasada terminó el primer cuatrimestre en la Universitat Politècnica (UPC). "Creo que los exámenes me han ido bien", resume, escueto. 

La carrera la tenía clara "desde siempre". "Porque desde siempre me han gustado los trenes, las vías, las estaciones, me aficioné a ellos yendo a la estación de França", cuenta. Quiere dedicarse, y lo dice sin pestañear, "a algo relacionado con el transporte". "Tengo una cuenta de Twitter donde voy reseñando incidencias en las líneas de ferrocarril y me gusta hacer fotos de locomotoras", añade.

Si ha llegado a la universidad dos años antes de lo normal (Carlos nació el 1 de marzo del 2000) es porque en la escuela le hicieron "saltar dos veces de curso", aclara. "La primera vez pasé desde P-3 a P-5, y la segunda, en el colegio La Miranda de Sant Just Desvern, a mitad de segundo de la ESO me propusieron ir a tercero", detalla el joven. "Es que vieron que me aburría en clase y que podía asumir más contenidos", se justifica. 

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UN 2% DE LA POBLACIÓN

"Desde muy pequeño pedía constantemente cosas nuevas", apostilla Montserrat, su madre. Tenía solo cuatro años cuando empezó a seguir un programa adicional de refuerzo en Matemáticas en un centro Kumon. La familia sabía, desde que el chico había cumplido los dos, que tenía altas capacidades intelectualesQue era superdotado. Su caso, aunque raro (se calcula que un 2% de la población catalana lo es), no es excepcional. Al contrario, cada vez son más los estudiantes con un alto cociente intelectual que son detectados en las escuelas y que son avanzados de curso.

Los tres hijos de Yolanda Hernández han sido diagnosticados también como superdotados. Pero de momento solo el mayor, que este año termina ya la ESO en el instituto público de Almacelles (Segrià), ha promocionado de curso. Pasó de cuarto de primaria a sexto, "con lo que tuvo que dejar el colegio y pasar al instituto con solo 11 años", explica Yolanda. 

Fue el mismo niño el que, cuando sus padres y la escuela le plantearon la posibilidad, aceptó dejar a sus compañeros de toda la vida para unirse a los de la promoción anterior a la suya. "En cambio, mi segundo hijo, al que también se le planteó la opción, no se ha visto con ánimos y prefiere seguir con sus compañeros de siempre", indica. "Es que cada crío es un mundo y, al final, son ellos quienes tienen la última palabra. Lo peor que les puede pasar es que se aburran en clase o que no se sientan adaptados", reflexiona Yolanda.

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PASO CÓMODO A LA UNIVERSIDAD

Tampoco Carlos Vilés no ha tenido, en ninguna de las ocasiones en que ha sido adelantado de curso, el más mínimo problema de adaptación. "Ha sido una forma de conocer a más gente y de tener amigos en todos los cursos", comenta el joven ¿Y ahora, en la universidad, no se le ha hecho difícil el salto? "Pues como ya estoy acostumbrado a tratar con gente mayor que yo no se me he hecho extraño", responde.

"Y con los profesores -agrega- ha sido bastante sencillo, también". "Tenía cierto miedo porque la universidad pintaba como algo impersonal, pero no lo es en absoluto, el trato con los profes es muy personalizado... Cierto es que hay clases a las que solo vamos 10 alumnos y eso lo facilita", reconoce.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"El perfil del superdotado","text":"Si el superdotado no es detectado, acaba por desmotivarse y aburrirse en clase. A algunos se les llegan a atribuir trastornos en el comportamiento como el TDAH. Dejan de seguir el curso y son v\u00edctimas del fracaso escolar, se\u00f1alan quienes han estudiado el asunto. Sacar malas notas no deja de ser, en algunos casos, una manera de llamar la atenci\u00f3n de los adultos que les rodean, padres o profesores. Esto no excluye que luego, en cuanto hacen lo que les gusta, no desarrollen brillantes carreras profesionales."}}