MALES POCO RECONOCIDOS

Un cansancio doloroso

José María García, diagnosticado de sensibilidad química y fatiga crónica, reclama atención sanitaria multidisciplinar

José María García, en los alrededores del Clínic, en una de sus protestas.

José María García, en los alrededores del Clínic, en una de sus protestas. / periodico

INMA SANTOS HERRERA / BARCELONA

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Instalado en un "cansancio doloroso". Así vive José María García Villasante (44 años), de L'Hospitalet, en lucha continua contra el síndrome de fatiga crónica y el de sensibilidad química múltiple que le diagnosticaron en el 2010 y los síntomas de electrosensibilidad, aún no reconocida oficialmente como enfermedad. Una lucha que le lleva a reclamar una vez a la semana, desde hace seis meses ya, en el Hospital Clínic de Barcelona, una atención médica multidisciplinar, pese a que ese esfuerzo le pase factura. "Me siento humillado y torturado", dice. Por las trabas en el reconocimiento y la atención sanitaria a su caso, y a los de los más de 200.000 catalanes afectados por síndromes de sensibilidad central.

Sus síntomas ya se habían manifestado en el 2002. José María trabajaba en una gasolinera (expuesto a hidrocarburos) cuando un diagnóstico de colon irritable y un cuadro de cansancio crónico y dolor le tuvieron seis meses de baja. "El informe que aporté al ICAM [entonces CRAM] sugería una posible fibromialgia, pero un psiquiatra forense dictaminó que era psicosomático y podía trabajar". Días después de reincorporarse, José María lo dejó y perdió su derecho a paro. "No tenía fuerzas para nada", argumenta.

Sus molestias persistían, pero pudo llevar una vida más o menos normal hasta el 2008, cuando los síntomas reaparecieron con más fuerza. Ya no era solo cansancio y dolor: empezó a desarrollar intolerancia a inhalar productos químicos.

Casi tan doloroso como la enfermedad ha sido el camino para su reconocimiento y tratamiento. José María logró un diagnóstico en el 2010, "pero no por la sanidad pública, sino de un centro privado", puntualiza. De hecho, en Catalunya solo el Clínic y Vall d'Hebron garantizan un equipo multidisciplinar de diagnóstico y tratamiento. A él, como a otros afectados,  le han denegado atención por no estar en su área territorial. A José María le corresponde el Hospital de Bellvitge, que solo cuenta con reumatólogos.

Para obtener una prestación por invalidez, que el ICAM le negaba, José María tuvo que ir a juicio. En noviembre del 2012, la jueza le concedió  la incapacidad absoluta, que tras un recurso de la Seguridad Social quedó en incapacidad total; eso le supuso pasar de cobrar 1.000 euros a 540 y de no poder trabajar a ser considerado no apto para su empleo anterior, pero sí para otros.

José María convive con el dolor y el agotamiento, y la sensibilidad química y eléctrica los agudiza. Usa mascarilla y un purificador de aire en casa, consume alimentos ecológicos, y ha eliminado los productos químicos del hogar. "No salgo apenas, me relaciono poco, no voy al cine, ni puedo abusar de la tele o el ordenador". ¿Eso es vida?  "O te adaptas o te supera, y solo tiene un final…", dice. Y él ha elegido luchar.