El abuelo que cometió seis atracos en seis días no tiene antecedentes

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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El barrio de Hostafrancs de Barcelona ha sido el escenario de la efímera, pero voraz, carrera criminal de un atracador de 71 años. Sin antecedentes penales, un jubilado catalán dio un vuelco a su vida, se armó el jueves de la semana pasada con una pistola de fogueo -sin balas de verdad- y atracó una oficina de CaixaBank en la calle de Farrell. Lo hizo con la cara tapada, encañonando al empleado y mostrando una nota de papel en la que informaba de que aquello era un atraco. Se marchó con 1.200 euros y dejando a cambio una fiambrera de plástico con un despertador que hacía tic-tac en el interior.

Aunque las bombas ya no hacen tic-tac, el paquete con ínfulas de artefacto explosivo obligó a extremar las precauciones y mantuvo clausurada la oficina toda la mañana. También sirvió para cubrir la retirada del atracador, que se alejó a pie.

Nadie volvió a saber de él hasta cuatro días después, el lunes de esta semana, cuando se destapó como un ladrón insaciable. En dos días asaltó cinco negocios, hasta que fue detenido por los Mossos d'Esquadra ayer martes al mediodía, cuando acababa de dar el último golpe. A continuación, la cronología de los dos últimos, y frenéticos, días del abuelo pistolero.

LAS TRES FARMACIAS

El lunes al mediodía un hombre mayor entra lentamente en una farmacia de la calle de Vilardell. Lleva la cara descubierta y la cabeza oculta bajo un gorro negro con visera. Francesc, el farmacéutico, sale a atenderle y cree, al ver que el cliente se aparta la chaqueta para llevarse la mano a la cintura, que se dispone a sacar su receta electrónica. En lugar de eso, se apoya -casi chulo- en el mostrador y empuña una pistola. Tranquilamente, le notifica que viene a robar. Lo hace "en un catalán con acento de pueblo" que desconcierta aún más al boticario:

-Dona’m tots els calers o et deixaré sec d’un tret.

Francesc da un respingo. En la grabación de su cámara de seguridad se observa un susto que dura un segundo. Porque enseguida se recompone y responde al anciano que aquella pistola "es de fogueo". El viejo acepta el desafío y sube la apuesta. Amartilla el arma y suelta una frase que encajaría mejor dentro de una película:

-Vols provar-la?

Fin de la resistencia. Francesc se aparta de la caja registradora y el atracador se lleva un botín de 200 euros. No coge todos los billetes, deja uno de 100 euros porque asegura que "es falso". Lo era. También lo era su pistola. Son las 13.00 horas, queda trabajo por hacer. 

VIAGRA EN EL BOTÍN

El pistolero se dirige a pie hacia su segundo objetivo, otra farmacia ubicada cerca de la plaza de España. Allí lo reciben dos farmacéuticas encantadoras. Las dos se llaman Mercè. Una morena y la otra rubia. La Mercè morena, cuando le ve desabrocharse la "vieja" cazadora, también presupone que está buscando una receta. De nuevo el susto: el pensionista muestra la pistola sujeta en el cinto del pantalón. Mercè, como Francesc, duda de lo que ven sus ojos. Ha sido atracada otras veces y este perfil de ladrón y estos modos de actuar son muy irregulares. "Vols que me la tregui?", le presiona el jubilado.

Mercè cede y avisa a su compañera de que están siendo atracadas. Entre las dos cajas registradoras solo hay 25 euros disponibles. Todos los clientes de esta mañana han pagado con tarjeta. Para calmar al ladrón, que está seguro de que mienten, le enseñan los recibos de las transferencias. Acepta confiar en ellas a regañadientes pero decide unir a su botín "una caja de viagra de 100 mg". Mercè, la rubia, le advierte de que una dosis tan elevada a su edad podría provocarle un infarto. Desdeña el consejo, mete las pastillas en el bolsillo y se larga. No sin antes avisar seriamente de que no deben seguirlo.

Este lunes atraca una tercera farmacia. Está en el distrito de Sant Martí, cerca de la plaza de las Glòries. Los Mossos siguen investigando este golpe porque aunque la descripción del asaltante cuadra con él, el establecimiento está demasiado lejos del radio de acción del abuelo pistolero. 

MARTES DE BANCO Y PERFUMERÍA

El desenfreno delictivo se reactiva al día siguiente a primera hora. A las 8.45 horas entra en la oficina de CaixaBank situada justo enfrente de la sucursal en la que debutó el jueves 9 de febrero. Repite el mismo modus operandi y muestra la nota de papel. En esta pone lo siguiente: "Dame 4.000 euros y no pasará nada".

Esta vez se asusta durante el asalto. Posiblemente ve algo en el exterior, en la calle, que lo inquieta. Comienza a titubear y aborta la misión. Se marcha con las manos vacías. Pero por poco tiempo. Tras irrumpir en dos bancos y tres farmacias, busca un reto distinto. No lejos de allí, prueba suerte en una perfumería. En la Balear de la calle de la Constitució. Entra y sale airoso. Aun no lo sabe, pero aquí finalizará su trayectoria delincuencial.

EL ARRESTO

Los Mossos activaron el lunes por la tarde un dispositivo para darle caza. Varios agentes recorrieron locales comerciales de Hostafrancs mostrando una imagen captada en el vídeo de la primera farmacia. El martes a primera hora de la mañana, tras el atraco frustrado en Caixabank, se redoblaron los esfuerzos para detenerlo.

A mediodía, cuando saltó la alarma del sexto asalto en seis días, la policía estrechó el círculo sobre la perfumería. Una pareja de agentes de paisano se cruzaron con él. Se acercaron y le avisaron de que tenían que cachearlo. Al hacerlo apareció la pistola de fogueo y la nota con instrucciones del atraco que acababa de intentar en la oficina de Santa Dorotea. También llevaba encima unos 100 euros. Apareció una cuarta cosa que lo vinculaba con los atracos de la farmacia: una pastilla de Viagra de 100 mg. El abuelo pistolero, que hace una semana no había delinquido nunca, deberá responder ahora por seis robos a mano armada.