Gente corriente

Brahim Ben Moula: «Pagué 1.200 euros a una mafia y llegué en patera»

Lo dejó todo en Marruecos arriesgando en el mar su vida por un sueño: la Europa que no existe.

«Pagué 1.200 euros a una mafia y llegué en patera»_MEDIA_1

«Pagué 1.200 euros a una mafia y llegué en patera»_MEDIA_1

CARME ESCALES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«La esperanza era más fuerte que el miedo. En el 99% sentía: me voy a salvar, y en dos años voy a estar mucho mejor que ahora»...

El 1% fue para quien pereció en ese mismo viaje: dos de las 62 personas que la noche del 7 de mayo del 2001 subieron a una zodiac de 2 metros por 9, en una cala de rocas en Sidi Kankouch (Tánger), y depositaron en ella toda su vida. La historia de Brahim Ben Moula (Alnif, Marruecos, 1976) es la que sienta a Europa a repartirse cupos de inmigrantes pero aún sin potestad, coraje o voluntad para dirigirse a los gobernantes de los países de partida, fríos e indiferentes ante la cruel -y heroica- huida de sus ciudadanos.

-¿Cuál era su situación en Marruecos?

-Soy el cuarto de diez hermanos. No era mal estudiante, pero en mi pueblo, a 800 kilómetros al sudeste de Marraquech, si eras de familia humilde como la mía, a menudo te pegaban. Yo tenía miedo. Una vez pasé tres meses en la montaña en lugar de ir a la escuela. Solía dormir junto a la tumba de mi abuelo. Recordaba su cariño. Me ofrecí a fregar en un bar. Mi padre lo supo y me llevó a Rabat de aprendiz de carpintero. No tenía aún 15 años, pero aprendí bien y abrí mi propia carpintería. Tenía cuatro empleados.

-¿Por qué, entonces, soñar con Europa?

-En aquella época hubo un boom de gente de mi país que vino. Los del norte, a Alemania o a Holanda; los del centro, a Italia, y los del resto, a España o Francia. Oías que fulano se había ido, igual se iban diez de golpe, y volvían al año con un coche. Yo decía: «¿Qué hago aquí? ¿Cuánto tardaré en tener un coche?». Busqué a una persona de confianza para llevar el negocio y dije que me iba a Fez a comprar material de carpintería, pero fui a Melilla a pedir a mi hermano mayor que me comprara un móvil con tarjeta española y me enseñara a usarlo. Pagué 1.200 euros a una mafia para cruzar el mar: 1.000 para la patera y 200 para el mediador.

-62 personas en dos metros de ancho por nueve de largo parece imposible que flotaran.

-Íbamos como sacos de patatas, al nivel  del mar y sacando agua de la barca continuamente. El agua salada se mezclaba con el combustible del motor, y en esa mezcla, dentro de la zodiac, dos se ahogaron. Los echaron al mar. Todos rezaron. Yo no soy creyente, animaba con chistes, pensando: «Ojalá venga la policía y nos salve». Tras dos horas en el mar llegamos a la playa de Barbate, en Cádiz, y cada uno se fue por un lado.

-Empezaba entonces su segunda odisea: llegar a Barcelona. ¿Utilizó intermediario?

-Sí, por eso llevamos móvil -a salvo del agua dentro de un condón-. Al llegar a España contactas con el intermediario. Sigues pagando para que te guíe a sitios seguros. Con 1.000 euros te llevan donde sea.

-Y llegó a Barcelona. ¿Cómo le ha ido?

-He dormido bajo puentes, con cartones en la calle; en oficinas de la UGT; en un piso patera, pequeñísimo, con 15 más. Cruz Roja y Cáritas me ayudaron. Mi primer trabajo, en la construcción, fue en Santa Susanna, aún sin papeles. Cuando los tuve, gracias a un ángel que encontré, trabajé de carpintero y compré un piso. Pero la empresa cerró y lo perdí. Me libré de la hipoteca gracias a la plataforma de Ada Colau.

-¿Siente que no valió la pena venir?

-Me arrepentí en su día. Pedí a la policía que me devolviera a mi país, pero la respuesta fue: «Vuelve en patera». Un hermano quiso venir. Yo no lo animé, pero insistió: pagó 8.000 euros por pasar en un congelador de pescado. Otro hermano, por 5.000 voló con papeles de otro. Volvieron a casa.

-¿Qué siente ante los que hoy lo hacen?

-Pena. A quien huye de la guerra no le queda más remedio, pero las mafias te engañan, venden la Europa que no existe.

-Ni el diálogo con los países de origen.

-No interesa. En mi país hay minas de oro y plata. ¿Quién las explota? Francia, EEUU.