A BORDO DEL TREN DE LA LLIBERTAT

Un AVE hacia el pasado

Manifestantes barcelonesas, a punto de subir al AVE.

Manifestantes barcelonesas, a punto de subir al AVE.

MAURICIO BERNAL / MADRID

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Lo primero, lo que más importa: el grupo. Las mujeres van llegando a la estación de Sants y al principio son algo desmembrado, desarticulado. Las consignas se gritan con timidez, es posible que con somnolencia porque es temprano y el sol ni siquiera enseña los primeros rayos. Pero la militancia sigue llegando y los agujeros se van llenando, y poco a poco esto va asumiendo un aspecto de conjunto, de colectivo, algo compacto, como las protestas que van llenando con más enjundia el aire: «¡Las mujeres parimos, las mujeres decidimos!» El coro no solo es poderoso sino que posa para las cámaras como un equipo de fútbol. Ahora sí, pues: personas unidas, juntas, en pos de un objetivo.

Los viajeros que no van a Madrid a manifestarse reconocen, bien con miradas, bien con comentarios, el estatus del (ahora sí) grupo. «Las mujeres que van a Madrid a protestar», le informa una señora a su marido. Otra sonora alusión al hecho de que la población femenina tiene derechos, incluso cuando gobierna el PP, precede la llegada al vestíbulo del AVE, y allí se advierte, escondido entre el rumor, el aroma a sublevación: por ahí no pasamos. Abajo, en las vías, aguarda el tren, y es aquí donde empieza lo segundo que más importa: el viaje.

'Road movie'

Reunirse, hacerse grupo, desplazarse y manifestarse en Madrid ha recibido el nombre de Tren de la Llibertat, y ese bautizo subraya que no solo es importante el qué sino el cómo: el periplo, la expedición. Las cerca de 80 personas, mujeres casi todas, reunidas bajo el paraguas de la plataforma Nosaltres decidim se lo toman de varias formas: como algo que importa, como algo que hay que hacer. Pero también como algo festivo. «El tono es jovial aunque estemos muy indignadas. En Madrid le diremos a Gallardón lo que hay que decirle», señala la portavoz, Lourdes Muñoz. El AVE se pone en marcha.

Un aire de road movie. Lo suscribe la presencia de varias integrantes de la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA), que estaban desde la salida y estarán a la llegada, y durante el resto de la jornada, y que con seguridad saben apreciar el arte de estas entrevistas que filman mientras el tren avanza, con el paisaje desfilando a velocidad de AVE. ¿Están aquí para filmar o para protestar? Están para ambas cosas. «Tengo una hija, y quiero que tenga los mismos derechos que yo he tenido -dice Eva Taboada-. «Por eso voy a Madrid… Y bueno, porque hay que poner freno a esto, tanto retroceso. Y ya que viajo, aprovecho y ayudo con el documental».

Las militantes de Nosaltres decidim ocupan los vagones 28 y 29, pero no es difícil hallar mujeres que viajan por su cuenta en el resto del tren, identificables por el pañuelo violeta o la boina violeta o la chaqueta violeta o lo que sea que lleven encima de color violeta, que es la tonalidad del día. Marea violeta, se escribirá más tarde. Hay, cómo no, camaradería, buen humor, intercambio de experiencias. «Yo estuve ahí». «Ah, pues yo también». Entonces aparece María Dolores Moray, y enseña un cuadernillo con aspecto gastado, deteriorado en las puntas, viejo. Dret a l'avortament, reza la portada. Algo así como tesoro.

«Es un cuadernillo de 1979, de cuando yo militaba en la Coordinadora pel dret a l'avortament. Se editó para hacer pedagogía del aborto, de por qué debía defenderse ese derecho». Entonces no había una ley como la que hay ahora, y el aborto era penalizado. «Y luchamos, exactamente como ahora». En el tren viajan muchas mujeres mayores de 50 años, que al igual que ella ya lucharon en su día por lo mismo. «Es como un déjà vu», dice Lole Pérez, maestra. Demuestran ellas, con su sola experiencia, que esto es volver muy, muy atrás.

El AVE llega a Madrid.