Conflictos veraniegos

2.300 hamacas en Barcelona

Las playas de la ciudad tienen 18 chiringuitos, algunos de los cuales han pagado 300.000 euros

PATRICIA CASTÁN / SERGIO DELGADO
BARCELONA

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Cuatro kilómetros y medio de playas dan para mucho en Barcelona. Con los nuevos tramos de arena incorporados tras los JJOO, la ciudad pasó a convertir su litoral no solo en una de sus señas de identidad sino también en un nuevo imán turístico que suma en verano 3,75 millones de visitantes (última cifra del 2012). Un volumen de público que da pie a hacer negocio en cuanto sale el sol, con los cotizados chiringuitos como objeto de deseo de muchos empresarios. Este verano hay 18, que además tienen a su cuenta cada uno un centenar de tumbonas, a los que hay que sumar otros cinco servicios de sombrillas del mismo tamaño. En total, un máximo de 2.300 hamacas de pago se distribuyen por las nueve playas, aunque no suelen coincidir, ya que se despliegan según la demanda.

En lo que va de temporada, el ayuntamiento no ha detectado infracciones por un excesivo uso del espacio público, aunque este año por primera vez se están instalando postes indicativos del espacio que se puede ocupar con las hamacas. El control riguroso no es sencillo porque cada playa tiene un ancho diferente, y por tanto cada montaje tiene un perímetro distinto recogido en sus contratos.

Cumplan o no los límites, ¿está sobresaturada de elementos de pago la playa? El ayuntamiento considera que el número de chiringuitos responde a la dimensión y necesidades del litoral, puntualizando que cada uno cuenta con lavabos de acceso público. Pero no hay duda de que estos montajes quitan esencia del ocio estival y son lucrativos tanto para los concesionarios como para el ayuntamiento. Como ya avanzó este diario en abril, las concesiones (habitualmente de uno o dos años) se han pagado incluso a 300.000 euros en los tramos más rentables. Una puja que ha dejado fuera de juego a operadores que llevaban lustros en la zona.

Para que las cifras cuadren, es necesario despachar muchas copas y colocar muchas tumbonas. Cabe recordar que recientemente el consistorio decidió que los puestos podían servir hasta pie de playa, facilitando el consumo al bañista más cómodo, de forma que no se viera tentado a comprar latas de bebidas de vendedores ambulantes que, aunque su número se ha reducido por la ofensiva policial, siguen siendo parte del paisaje con vista al mar de Barcelona, y no solo con bebidas, también con ropa, bisutería, masajes y hasta drogas.

Una oferta más cuidada

Las concesiones de este año son nuevas en 16 de los casos, y mediante puja tradicional, mientras que los otros dos son los llamados chiringuitos de autor, que se impulsaron el año pasado y regentan Joan Escribà y Carles Abellán. Su precio fue más reducido y cerrado, a cambio de que tuvieran una oferta más cuidada en gastronomía y bebidas, con un plus de calidad. Respondían a las quejas de los bañistas, que suelen poner un notable a las playas pero un suspenso a la calidad-precio de los chiringuitos. Este año se evaluará cómo han funcionado los dos puestos.