Sopa de marisco... con tropezones

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EXPEDICIÓN MALASPINA / 15 de febrero del 2011

LUIS MAURI

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¿Quién no ha tragado alguna vez agua de mar en la playa? La salpicadura de una zambullida, un revolcón causado por una ola inesperada, una ahogadilla... ¡Glop!

La boca y la garganta, desprevenidas, son incapaces de cerrar el paso al líquido salado y dos o tres o cuatro mililitros, una cuchara de postre, más o menos, se precipitan por el esófago hasta el estómago.

Está muy salada. Uno cierra los ojos y contrae el rostro con una mueca de disgusto y asco, intenta arrancar las últimas gotas saladas de la garganta y escupe. Es en vano, el trago ya está a buen recaudo en el sistema digestivo.

A bordo del Hespérides, el buque oceanográfico de la Armada española, la bióloga María Varela, viguesa de 36 años, y el ambientólogo Martí Galí, barcelonés de 26, que cruzan el Índico junto a una treintena de científicos enrolados en la Expedición Malaspina, dan una idea aproximada de lo que ha entrado en el cuerpo del atragantado. Con los tres mililitros de agua marina, se han colado en el estómago tres millones de bacterias y 30 millones de virus, además de una cantidad indeterminada de vegetales (fitoplancton: microalgas marinas y unos 30.000 prochlorococcus o bacterias verdes, con capacidad de hacer fotosíntesis) y una porción considerable de marisco (zooplancton: ciliados, larvas de crustáceos como copépodos...). Sopa fría marinera.

¿Exageración? De ningún modo, responden Varela y Galí por separado, aunque entonando la misma frase tántrica: "En los océanos de la Tierra hay más bacterias y virus que estrellas en el universo: 10 elevado a la 30 potencia". Es decir, un uno seguido de 30 ceros, un billón de trillones.

¿Hay que preocuparse por ello? En absoluto, todo lo contrario, continúa Varela, la responsable del equipo de microbiología en la etapa Ciudad del Cabo-Perth de la expedición. "La gente oye hablar de bacterias y virus, y enseguida se le vienen a la cabeza enfermedades y defunciones. Pero la gran mayoría de esos organismos son buenos para la salud humana. Sin bacterias, por ejemplo, no podríamos digerir los alimentos".

Con algunas excepciones señaladas, como la que causa la enfermedad del cólera, las bacterias que viven en los mares son beneficiosas. Son las encargadas de cerrar el ciclo biológico. Descomponen los organismos muertos y liberan de nuevo los nutrientes, con lo que vuelve a comenzar la cadena trófica o alimentaria. La Expedición Malaspina pretende hacer un catálogo de los organismos microbianos que pueblan los abismos oceánicos (la hipótesis de partida es que el 90% de las especies que identificará, hoy aún son desconocidas) y mejorar el conocimiento sobre su función e importancia en los ciclos globales de la biosfera.

Después de cuatro días de navegación por el Índico, el equipo científico de la Expedición Malaspina empieza a estar rodado. Las rutinas de muestreo y de laboratorio están afianzadas. La ansiedad humana y los problemas mecánicos de los dos primeros días han desaparecido, y los pocos que persisten se van capeando. Eso sí, en jornadas de trabajo de 14, 16 o, en algunos casos, más horas.