Problemas, problemas, problemas

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EXPEDICIÓN MALASPINA / 13 de febrero del 2011

El rosetón formado por grandes botellas cilíndricas, en la cubierta del 'Hespérides'.

El rosetón formado por grandes botellas cilíndricas, en la cubierta del 'Hespérides'. / periodico

LUIS MAURI

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El Hespérides ha alcanzado la vertical sobre la llanura abisal del Índico poco antes de las cuatro de la mañana. Los sensores de profundidad indican que entre el casco del buque oceanográfico y el lecho marino median 4.164 metros. El GPS delata la posición: 35º 09' de latitud sur y 25º 32' de longitud este. Eso significa que hay una distancia de 70 millas (127 kilómetros) hasta la costa surafricana, entre el cabo Saint Francis y Port Elizabeth.

La llegada a las aguas profundas, al deep sea, significa el comienzo de la plena actividad para los científicos expedicionarios. A las cuatro, el cielo y el mar negros, empieza el zafarrancho. Se trata de recoger muestras, muestras y más muestras de agua, en la superficie, a media profundidad y en el fondo; medir la salinidad en distintas profundidades; las radiaciones solares; la concentración de plancton (todos los organismos vivos que no pueden oponerse a las corrientes marinas: zooplancton, si son animales; fitoplancton, vegetales); la presencia de virus, bacterias, contaminantes químicos...

La primera maniobra, con un aparejo denominado patín de Neuston, con el que se pesca zooplancton al arrastre, concluye a las cinco. La pesca ha sido provechosa: una buena cantidad de krill (minúsculos crustáceos) y gelatinosos.

Pero a partir de ese momento empiezan los problemas. Minutos después de las cinco le toca el turno al equipo estrella de la expedición, un rosetón formado por 30 grandes botellas cilíndricas de 12 litros, equipado con múltiples sensores (de temperatura, salinidad, conductividad, oxígeno) y controlado desde el buque por un ordenador, que desciende a 4.000 metros tomando muestras y mediciones a distintas profundidades. Cuando el rosetón ha bajado ya 3.000 metros, los operadores comprueban que algo falla en el mecanismo hidráulico y en el chigre que larga y cobra el cable de acero al que va sujeto el rosetón. El sistema de frenado da señales de alarma. El equipo decide no continuar. El riesgo de perder o causar un daño irreparable al rosetón es inasumible. Orden de recogida y semblantes de preocupación bajo el amanecer del Índico.

Fallos de la cámara

Con ser el mayor, no será este el único contratiempo en el primer día de muestreo. Al poco, mientras los técnicos de la Unidad de Tecnología Marítima del CSIC se emplean en dar con el fallo del chigre y repararlo, se corta la corriente eléctrica en uno de los laboratorios. En otro, deja de funcionar el regulador termostático de una bañera de zooplancton. Esto no es todo; hay más. El software del equipo fotográfico de alta precisión con el que se documentan las muestras de zooplancton y fitoplancton decide colapsarse y deja la cámara fuera de servicio. Antonio, el informático de a bordo, siempre de acá para allá con rostro concentrado, logra solucionarlo. Pero entonces, inexplicablemente, el objetivo de la cámara queda ciego.

Un estreno ciertamente accidentado.