entrevista con el EXFUTBOLISTA Y SECRETARIO TÉCNICO DEL GIRONA

Miki Albert: "He tenido suerte, el destino me ha dado otra oportunidad"

Satisfecho Miki Albert, ayer por la tarde, en la gradería del estadio de Montilivi, en Girona.

Satisfecho Miki Albert, ayer por la tarde, en la gradería del estadio de Montilivi, en Girona.

RAÚL PANIAGUA
BARCELONA

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En el verano del 2008 le dieron la peor noticia posible. El Girona acababa de ascender a Segunda A y Miki Albert, el gran goleador que subió al equipo desde Tercera, se preparaba para vivir un año ilusionante. No pudo hacerlo. En la revisión médica le detectaron una anomalía en el corazón que le obligó a retirarse. Se despidió entre lágrimas. El golpe fue terrible. Entonces pensó que le habían arruinado la vida. Su percepción ha cambiado y es consciente de su suerte. A los 30 años, cumple su tercera temporada como secretario técnico gerundense.

-Han pasado más de dos años de su retirada forzada del fútbol. ¿Cómo recuerda aquellos momentos?

-Fue un golpe muy duro. Se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Piense que yo siempre había jugado en Segunda B y en Tercera. Para mí era maravilloso llegar a Segunda A. Tenía muchísima ilusión. Encontrarme con eso fue terrible. No era un dolor en el pie o en la rodilla. Era el fin del fútbol. Además, te lo dicen de un día para otro y no hay solución. Hablamos con cinco cardiólogos, pero nada. Lo pasé fatal.

-¿Ha cambiado su punto de vista con el paso del tiempo?

-Desde luego. Cuando te dan la noticia se te viene el mundo encima. Yo me refugié en mi familia, en mi mujer y en mi hija Martina. Sientes una mezcla de sentimientos: el negativo de por qué te ha tocado a ti y el positivo de detectarlo a tiempo. A la larga, he salido ganando. Muchos hubiesen agradecido la ocasión que me dieron a mí. Puedo decir que he tenido suerte, el destino me ha dado otra oportunidad.

-¿Qué pensó el domingo cuando vio las imágenes del jugador del Salamanca desplomado en el césped?

-Si le digo la verdad, he visto las imágenes de Miguel García dos veces y no las voy a ver nunca más. Se me vienen a la cabeza cosas terribles. Cuando tú tienes un problema así, te sensibilizas mucho más. Piensas que lo que le pasó a Miguel te podría haber ocurrido a ti si no se hubiese actuado a tiempo. Por suerte, el jugador del Salamanca ha salido de esta, aunque tendrá que dejar el fútbol, como yo. He hablado con cardiólogos de este tema y Miguel ha tenido mucha suerte de que le pasara en el campo. Si el infarto le llega a pasar en la cama o en la calle, sin un desfibrilador cerca, hubiera muerto.

-A usted le detectaron a tiempo la anomalía en las pruebas médicas.

-Yo siempre digo que el destino me salvó. El ascenso del Girona a Segunda A sirvió para que el club hiciera unos exámenes médicos muy exhaustivos. Puerta, por ejemplo, tuvo algún desmayo, algún aviso, pero yo nunca me encontré mal ni tuve un amago de nada. De haber seguido en Segunda B, difícilmente me hubieran detectado la anomalía, jamás hubiera sabido que la pared que separa los ventrículos de mi corazón es demasiado gruesa.

-Pero en la élite sí se hacen revisiones y siguen pasando desgracias y sustos. Puerta, Jarque, De la Red... ¿No le parece extraño?

-Yo a veces pienso que cuando era pequeño nunca ocurrían cosas de estas, pero hablas con los expertos y te cuentan que en la calle cada día ocurren estas desgracias. Pero al ser de gente no famosa no se entera nadie. En mi caso, además, la anomalía era detectable, pero hay algunos problemas indetectables. El estrés también tiene mucha incidencia en estas situaciones.

-La tragedia también azotó al fútbol modesto con la muerte de Jordi Pitarque, el jugador del Reus.

-Me dolió mucho su pérdida. Él fue al hospital después de los infartos y no pudo recuperarse. Yo estuve en el entierro y lo pasé muy mal. Son cosas inexplicables y durísimas.

-Además de dejar el fútbol, ¿cómo ha cambiado su vida desde que le detectaron el problema cardiaco?

-Llevo una vida completamente normal. Solo hago una prueba de esfuerzo y una ecografía anualmente. No tomo pastillas ni ninguna medicación. También practico deportes como el tenis y el pádel, pero sin esfuerzos sobrehumanos.

-¿Qué tal le va en los despachos? ¿Echa de menos el campo?

-Las primeras semanas fueron duras, pero ya tengo totalmente asumido que no puedo volver a jugar. El club se portó muy bien conmigo y disfruto como secretario técnico. Puedo hacer algo que me gusta desde niño. Seguir a jugadores y ver partidos. Al principio empecé muy verde, pero he hecho un curso en la federación y estoy muy contento. Es un mundo que me encanta.