Seguridad ferroviaria

El telón de hierro

Cerca de la estación de Salou 8 Gente cruza la vía en un paso a nivel a pesar de la barrera bajada, el semáforo en rojo y la cercanía del tren.

Cerca de la estación de Salou 8 Gente cruza la vía en un paso a nivel a pesar de la barrera bajada, el semáforo en rojo y la cercanía del tren.

J. M. PLANA
SALOU

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Salou (Tarragonès), la ciudad más turística de Tarragona, está partida en dos por las vías del tren. Miles de personas y de vehículos las cruzan cada día. Más pronto o más tarde,

hay que pasar al otro lado. Por encima de la frontera, está el mercado, el ayuntamiento, la Policía Local, el auditorio, la zona deportiva, la biblioteca, los colegios. Abajo, están las playas, el paseo marítimo, la parada de taxis y el bullicio turístico de tiendas, restaurantes, hoteles, bares y heladerías.

Unos aguardan con paciencia a que se levanten las barreras del paso a nivel. Reloj en mano, son 10 minutos. Otros pasan con más o menos rapidez.«Siempre miro dos veces antes de cruzar y voy a la carrera; si no, se nos pasaría el verano esperando», dice María Angustias Latorre. Esta zaragozana es una veterana de Salou.«Hace 26 años que venimos y siempre he oído que las quitarán, pero ya no hacemos ni caso», explica.

Tan enraizado está el paso de peatones entre las vías que incluso la propia estación está dividida por dos calles que la atraviesan de un lado a otro. A ello hay que sumar los distintos pasos en superficie que enlazan los andenes entre las cuatro vías. Por esos raíles circulan cada día 20 trenes (10 en cada sentido) de la línea Barcelona-Valencia, además del tráfico de mercancías y el de trenes de alta velocidad que atraviesan Salou sin parar.

La probabilidad impone aquí su ley: las calles Guillem de Claramunt y Gandesa son un sector negro de atropellos mortales de tren. A Vicente Aguador aún le tiembla la voz al recordar un accidente del que fue testigo un agosto de hace tres años.«Era una señora mayor. Le gritábamos mientras el tren se acercaba y ella ni se enteró; fue tremendo», susurra, más que explicar.

Seguridad alta

Manolo Rodríguez, coordinador de normativa y seguridad en circulación del sindicato de maquinistas Semaf, también usa el adjetivo«tremendo». En su caso, para lamentarse: «Nuestros niveles de seguridad son los más altos de Europa, pero no podemos controlar cuándo ni dónde se le ocurrirá cruzar a alguien».Su línea es la Barcelona-Valencia y asegura que«en Salou y Cambrils hay un volumen desmesurado de gente atravesando a su aire».«Vamos siempre con el corazón en un puño», añade, antes de detallar que un tren que circula a 100 kilómetros por hora y remolca 900 toneladas recorre 1.000 metros antes de detenerse.«Los trenes de viajeros pesan menos, pero su distancia de frenada es de entre 600 y 800 metros; los de alta velocidad necesitan 2.000 metros». Con estas cifras, la«gente debe entender que un tren no puede pararse enseguida, ni tampoco podemos esquivar nada».

El responsable de seguridad de Semaf cree que habría que«volver a enseñar los peligros de la vía del tren. Antes se ponía mucho interés en la prevención y ahora esa conciencia se ha perdido; baja el civismo y suben las prisas, pero lo que no cambia es que el tren siempre pasa por la vía».

Días contados

Lo que no pasa siempre por el mismo sitio es la propia vía. En Salou está previsto que la estación urbana desaparezca cuando, en el 2012, llegue la alta velocidad con el tramo del corredor del Mediterráneo Tarragona-Vandellòs. Adif apuesta por reformar y ampliar el apeadero de Port Aventura.

«Adif nos cede los derechos urbanísticos de las seis hectáreas que se liberarán a lo largo de dos kilómetros»,se congratula el alcalde, el independiente Pere Granados. La intención municipal es crear una rambla y urbanizar toda la zona con un«ambicioso plan de servicios»,apostilla el edil de Urbanismo, Marc Montagut (CiU). El temor es ahora que no se cumplan los plazos,«se quite la vía y no quede nada en pleno centro. No nos lo podemos permitir», añade. Malo si se queda, malo si se va.