Tras la cal, un poco de arena

El formato exprés del debate de investidura de este viernes deja poco espacio para retórica o filigranas dialécticas y obliga a los portavoces que pretenden retomar las negociaciones a ser explícitos. A dejar atrás el incendio desatado por la acusación de Pablo Iglesias a Felipe González acusándole de tener "un pasado manchado de cal". Esta vez, apenas habrá tiempo para el rifirrafe.

Pedro Sánchez dispondrá de diez minutos, el resto de líderes tendrán cinco y no habrá posibilidad de réplica. Pero la importancia de esa escasa hora y media de debate radica en que esos dicursos condensados contendrán claramente el deseo de reconstruir puentes o se de dinamitar los pocos que quedan en pie.

Las izquierdas apuestan por la primera hipótesis. En Podemos están dispuestos a rebajar el tono áspero que empleó Iglesias en el debate del miércoles, conscientes de que la crudeza se le fue de las manos. Tanto impacto causaron las palabras del líder que los podemistas pidieron al portavoz de En Comú Podem  -que intervenía a continuación- que fuese especialmente calmado, lo que explica el discurso sosegado que pronunció Xavier Domènech.

EL EXPRESIDENTE MINIMIZA LAS CRÍTICAS

Tras el desafortunado discurso de la cal, el partido morado salió en tromba a mostrar su disposición al diálogo. Incluso González fue comedido este jueves en referencia a Iglesias y se limitó a decir que "está muy sobrecargado y debería serenarse un poquito".

Iglesias no pedirá disculpas, como le exigen algunas voces, pero expondrá a Sánchez que quiere tejer un acuerdo premisa a premisa. Es previsible que incluya la reivindicación de la derogación de la ley mordaza y de las reformas laborales de PP y PSOE.

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Podemos desea retomar el diálogo –que se suspendió cuando el PSOE firmó su acuerdo con C’s- lo antes posible. “Sábado, domingo o lunes”, proponen, aunque saben que la cita será cuando los socialistas dispongan. Los de Iglesias, IU y Compromís ya han comunicado que están a la espera y confían en que el candidato desvele algo en su discurso este viernes.

SÁNCHEZ, ACTITUD INSTITUCIONAL

Sánchez no tiene pensado cambiar el tono de su intervención. Desde que fue designado candidato por el Rey, ha mantenido una actitud institucional, dejando a sus subalternos los ataques a Podemos. El PSOE no cree que el secretario general del partido morado vaya a caer de nuevo en “insultos” de ese tipo, pero los colaboradores de Sánchez insisten en que, si se repiten, el aspirante a la Moncloa no entrará en ese espiral. “Lo que menos nos conviene es entrar en un cruce de acusaciones en el hemiciclo”, señalan fuentes de la ejecutiva socialista.      

Se espera que Rajoy vuelva a decir "no" a Sánchez pero sin recurrir al tono irónico y en ocasiones hiriente contra el “bluf” del socialista que empleó el miércoles, entre otras cosas por la limitación de tiempo. Además, los conservadores han anunciado un nuevo intento de acercamiento al líder socialista a partir del lunes, con lo que es previsible que el presidente sea severo pero no lance un ataque furibundo.

'POLI BUENO Y POLI MALO'

ERC y CDC mantendrán este viernes sus respectivos roles de 'poli malo' y 'poli bueno'. Los republicanos contarán como portavoz a Gabriel Rufián que en su debut aportará más pausa formal en la intervención, aunque, según fuentes republicanas, la misma dureza de contenido. Rufián percutirá contra C's y desarrollará sus tesis del 'nuevo independentismo', es decir, el secesionismo expresado en castellano en Catalunya. Francesc Homs, por su parte, más suave en las formas que ya merecieron el distingo de Sánchez, en oposición al ataque recibido por Tardà, reiterará su voluntad de diálogo sobre un eventual referéndum y, también, los puntos más destacados de las 23 propuestas que Artur Mas trasladó a Mariano Rajoy en julio del 2014.

Con información de Iolanda Mármol, Juan Ruiz Sierra, Xabier Barrena y Patricia Martín.