PLENO EN EL PARLAMENT
El runrún preelectoral
Mas evita poner condiciones al 27-S en una sesión de control con aires de campaña
Cuando el líder de uno de los partidos del Parlament se dirige a este periodista para recordarle que no fue citado en una anterior crónica parlamentaria es que se acercan elecciones. Cuando en la sesión de control al Govern las preguntas de la oposición llevan tono de mitin es que se acercan elecciones. Cuando el Govern lleva preparados aguijones y se dedica a atacar a Ciutadans es que se acercan elecciones. O cuando la rumba de Ada Colau es motivo de chanza en el bar del Parlament es que se acercan, definitivamente, las elecciones.
Solo es destacable consignar que ERC ha decretado -de momento- una tregua con Artur Mas y evita marcar distancias en asuntos como la corrupción o la gestión de la sanidad. Incluso el 'president' se negó a meter el dedo en el ojo a Esquerra, a diferencia de lo que ha hecho en las últimas dos semanas. Mas se limitó a recordar que los resultados del 24-M y los pactos posteriores influirán en la ruta soberanista. ¿Cómo? No lo concretó.
ICV-EUiA y la CUP le afearon de nuevo que el Govern esté poniendo condiciones a las elecciones de septiembre. Joan Herrera criticó «que se pueda condicionar una convocatoria electoral a las políticas de pactos en los ayuntamientos», y Quim Arrufat afeó al Govern que retrase la cita con las urnas y dedique el tiempo a acelerar privatizaciones, o a incorporar a las empresas de trabajo temporal a la función de intermediación del futuro INEM catalán, el Servei d'Ocupació de Catalunya (SOC).
Sin cerrarse puertas
Mas contestó marcando el terreno a Arrufat, de la CUP, con quien se nota que no tiene el 'feeling' que demuestra con David Fernàndez. Le recomendó «paciencia» en el camino a la independencia y le recordó que gobierna él. Sobre los pactos tras las municipales, el 'president' pasó de largo. No se cerró ninguna puerta, para que, por ejemplo, Xavier Trias pueda establecer en Barcelona alianzas con independentistas o no independentistas, si tiene la opción de repetir mandato.
El PP usó de nuevo el bilingüismo y una pregunta en castellano para competir con Ciutadans a la hora de excitar el debate identitario. Albert Rivera cargó contra la pérdida de inversiones y Mas describió al partido naranja como una fuerza que no se moja. El PSC le afeó al Govern la deuda con los ayuntamientos. Culpa del Estado, respondió automáticamente Mas.
Más allá de la esgrima electoralista y en el capítulo de los conflictos vivos, en un ámbito laboral como es la huelga indefinida de los obreros contratados y subcontratados por Telefónica, fue David Fernàndez quien preguntó y repreguntó al 'conseller' Felip Puig: «¿Piensan levantar la voz?». Respuesta: «Mi función no es chillar ni denunciar, sino mediar y garantizar el servicio» que presta la empresa. Añadió que el Govern tiene capacidad de intervención limitada porque el conflicto es con sindicatos de ámbito estatal. E insistió que a la Generalitat no le toca «chillar en medio de la plaza, sino facilitar canales de entendimiento».
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