El Rey renuncia al uso del 'Fortuna'

Juan Carlos ha dado orden a Patrimonio Nacional para que "inicie la desafectación del barco como bien" de este organismo

PILAR SANTOS / MADRID

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El rey Juan Carlos continúa intentando hacer gestos de austeridad en plena crisis económica. Según han informado fuentes de la Casa del Rey, el jefe del Estado ha renunciado al uso del 'Fortuna' y ha pedido a Patrimonio Nacional que "inice trámites para la desafectación del barco como bien de este organismo".

Este paso decidido por el Monarca llega solo dos semanas después de que el sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) haya vuelto a registrar un suspenso para la monarquía y que se haya conocido la EPA que señalaba que se habían superado los 6,2 millones de parados.

El Rey recibió el yate como regalo de un grupo de empresarios de Baleares y del Gobierno regional. La nave costó en su día 3.000 millones de pesetas (18 millones de euros) y sustituyó al anterior 'Fortuna', que había donado el rey saudí Fahd en 1979. Los empresarios isleños agradecían con ese gesto, dijeron entonces, las "continuas pruebas de aprecio" que Juan Carlos tenía con Baleares, al ir a veranear cada año y participar en las competiciones deportivas.

De forma excepcional

La familia real ya no utilizaba el lujoso yate desde hace un tiempo. Desde que se decidió recortar gastos, salían a navegar con el 'Fortuna' de forma excepcional ya que llenar el depósito cuesta más de 25.000 euros. En su lugar utilizaban la lancha 'Somni', propiedad del armador Josep Cusí, que la pone a disposición del Rey todos los veranos.

El pasado agosto, el Rey salió a navegar con el 'Fortuna' y comió en alta mar con la tripulación del barco. Los técnicos de mantenimiento habían aconsejado mover el yate, que lleva mucho tiempo sin salir de puerto, y el Monarca decidió acompañar a la tripulación, según confirmó la Casa del Rey.

El año anterior, la familia real salió a navegar con el barco en una ocasión, la misma en la que los paparazis pillaron a Letizia en biquini. Las fotografías fueron realizadas desde un barco en un paraje protegido cercano a la pequeña isla balear de Cabrera, una zona muy exclusiva a la que solo se puede acceder con permiso y en la que suele bañarse la familia real para evitar las cámaras.