El PSOE se prepara para enfrentarse a su trago más amargo

Javier Fernández y Mario Jiménez, presidente y portavoz de la gestora, el pasado 10 de octubre en la sede del PSOE.

Javier Fernández y Mario Jiménez, presidente y portavoz de la gestora, el pasado 10 de octubre en la sede del PSOE. / periodico

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Un presidente autonómico socialista pronunció el pasado 12 de octubre, durante la recepción oficiada por los Reyes, una frase con sabor a titular. “El PSOE ha pasado de vivir en un after a vivir en un spa”, dijo. Desde que forzaron hace 15 días la caída de <strong>Pedro Sánchez</strong> como secretario general, muchos de los dirigentes del bando vencedor en la contienda se esfuerzan por trasladar el mensaje de que todo está en orden tras una etapa de convulsiones protagonizadas, a su juicio, por el dimitido líder. Ha contribuido a esta imagen de presunta tranquilidad la virulencia del enfrentamiento vivido en el último comité federal, donde Sánchez dimitió. Los socialistas se encuentran ahora “de resaca”, según un alto cargo. Pero las llamas continúan vivas, y se alzarán de nuevo esta semana, en la que el PSOE tendrá que decidir, por fin, qué hace ante un nuevo intento de investidura de Mariano Rajoy: mantenerse en el ‘no’ e ir a terceras elecciones o permitir con su abstención, como parece más probable, la continuidad del PP en el poder.

Quienes defienden esta posición aseguran ser mayoría en el comité federal que despejará la incógnita, probablemente el próximo domingo y mediante votación a mano alzada de sus cerca de 250 miembros, pero hasta esa cita la gestora (cuyo presidente, el asturiano Javier Fernándezaboga a las claras por la abstención) tendrá que enfrentarse a no pocas dificultades.  

La primera vendrá de Catalunya, con el nuevo liderazgo del PSC, un partido distinto al PSOE y que ya ha dejado claro que sus siete diputados votarán en cualquier caso en contra del líder conservador, protagonizando así un desacato en el que quizá no se encuentren solos. La salida de Sánchez ha provocado que las voces de sus afines se escuchen ahora menos, pero varios barones continúan defendiendo el ‘no’ a Rajoy. Entre otros, el castellano-leonés Luis Tudanca, la vasca Idoia Mendia, la madrileña Sara Hernández y la balear Francina Armengol, presidente de su autonomía y la única de este grupo con poder institucional.

EL GRUPO DE DÍSCOLOS

Ninguno cuenta con escaño en el Congreso, pero entre los 85 diputados también hay quienes, sin contar a los del PSC, han señalado en privado que no se abstendrán aunque el comité federal tome esa decisión. Según fuentes parlamentarias, son estos: la asturiana Adriana Lastra, la balear Sofía Hernanz, el canario Chano Franquis, la gallega Pilar Cancela y la aragonesa Susana Sumelzo, la única de ellos que ha dejado claro en público que no piensa colaborar en la reelección de Rajoy. También está por ver qué haría el propio Sánchez, que conserva su escaño.

En cualquier caso, son pocos, apenas un puñado dentro de un grupo parlamentario que se reunirá el martes con el presidente de la gestora. Puede que llegado el caso, si el PSOE apuesta por la abstención, no cumplan con su amenaza. Pero todos consideran que están siendo fieles al compromiso con sus votantes, ya que en la campaña electoral el PSOE negó que fuera a permitir la permanencia de Rajoy. Y las bases, de momento, están con ellos. Aquí se encuentra el gran problema al que se enfrentaría la cúpula del partido si apostara por la abstención.

En su huida hacia adelante frente a los principales barones socialistas, Sánchez (quien oficialmente se ha tomado unos días de “reflexión”, pero habla sin parar con sus afines) supo apoyarse en los militantes. Los afiliados del partido se encuentran más a la izquierda que sus dirigentes, y durante los meses transcurridos entre los comicios del 26 de junio y la marcha de Sánchez el 1 de octubre solo han escuchado, con contadas excepciones (<strong>Felipe González</strong>,<strong> Josep Borrell</strong>Guillermo Fernández Vara y poco más) un relato: el del rocoso rechazo a Rajoy, porque la abstención, aseguraba el discurso oficial, ahora aparcado, haría perder al PSOE “toda su credibilidad”.

MUY POCO TIEMPO

“Bien por táctica, bien por miedo, nos hemos mantenido callados. Ha sido un grandísimo error –reconoce un importante mando socialista, muy implicado en los movimientos que desembocaron en la salida de Sánchez-. Es muy difícil cambiar en tres semanas una posición tan primaria como la del ‘no’ a Rajoy. Aun así, creo que se impondrá la decisión de que no podemos volver a ir a elecciones. Me parece un horror que gobierne Rajoy, pero aquí se olvida que ya ha habido unas segundas elecciones, en las que la izquierda perdió terreno y la derecha ganó. La tendencia se vería acentuada esta vez, porque muchos de nuestros votantes se quedarían en casa, y el PP superaría sus 137 diputados. Ahora, al menos, podremos condicionar su acción de gobierno, empezando por forzar la derogación de sus normas más lesivas”.

La tesis es compartida por varios presidentes autonómicos (Susana Díaz, Vara y Fernández), así como por antiguos pesos pesados (de González a Alfredo Pérez Rubalcaba), pero los afiliados continúan sin moverse en este sentido. Prueba de ello es la enorme acogida que está teniendo la recogida de firmas entre las bases para forzar la convocatoria de un congreso inminente, frente a los planes de la actual cúpula del PSOE, que quiere retrasar el cónclave como mínimo varios meses. Sus promotores dicen contar ya con 70.000 rúbricas, a menos de 25.000 de la mitad de la militancia. Fuentes de la gestora dicen que los números están “muy inflados”, pero contemplan con nerviosismo la iniciativa. El número total de firmas, en otra cita que avivará las llamas socialistas, será presentado esta semana.