Miedo a la democracia

Hace unas semanas, en una visita a una entidad de un barrio de Terrassa, un hombre mayor se me acercó y me dijo que no veía claro lo de la independencia de Catalunya. Hablamos y debatimos un rato. No le convencería en ese momento, me advirtió, pero dijo algo que me impactó: «No sé si votaría a favor o en contra del Estado propio, pero yo quiero votar». Y remató con esta perla: «Si no tuvimos miedo del franquismo, ¿ahora debemos tener miedo de la democracia?» Buena lección, el ciudadano siempre tiene razón.

Con este ejemplo no hace falta explicar mucho más. Vivimos una situación de emergencia social preocupante en nuestro país, una asfixia económica y financiera que no permite otorgar a la ciudadanía los servicios que merece. Es un drama saber que sin la rémora que supone hoy el Estado español no harían falta recortes sociales y que, pese a las dificultades del momento, podríamos tener un bienestar social envidiable. Es sobre todo por el sufrimiento de nuestro país que queremos poder decidir y preguntar a la sociedad catalana. A toda la sociedad catalana, porque eso nos implica a todos: votemos lo que votemos, hablemos la lengua que hablemos o nos sintamos catalanes o españoles, o las dos cosas. Esto nos incumbe a nosotros. Debemos decidir cómo seguir adelante y tenemos que hacer una consulta a la ciudadanía.

Nadie vendrá a sacarnos las castañas del fuego. Somos los catalanes quienes debemos decidir qué camino tomar. Desde CDC proponemos tener un Estado propio para poder luchar por la justicia social. Esta es nuestra meta. Siempre hemos estado en este bando. Por eso queremos poder decidir y ganar esta consulta. Si ganamos esta consulta, tendremos las herramientas para resarcirnos. Dependerá de nuestro esfuerzo como sociedad. No podemos soportar más decisiones caprichosas que vengan de los gobiernos de Madrid. Un Estado catalán es un lugar con más y mejor bienestar. No es ninguna quimera, ni ninguna iluminación: Catalunya es un país viable y eso no lo pueden tapar amenazas ni mentiras con mala fe.

En un Estado catalán debemos dar poder a los que no tienen poder y esperanza a los que no tienen esperanza. Nuestra patria no es otra que nuestros hijos y su futuro. Hay quien dice que el soberanismo quiere dividir la sociedad catalana cuando lo único que persigue es lograr más bienestar y más justicia social, algo en lo que parece difícil que no nos podamos poner de acuerdo. Este el verdadero interés general. Disfrutar de unos servicios sociales de calidad y volver a poner en funcionamiento el ascensor social catalán son parte de nuestros anhelos y desvelos. Soberanía es justicia social. No es cuestión de votar con el corazón o con la cabeza. Es cuestión de votar, primero, y luego es cuestión de desarrollar este proceso correctamente, con entusiasmo, seriedad y rigor.

Queremos hacer una consulta, sí. Porque creemos que es la mejor manera de saber qué opina la sociedad catalana. No descartamos ninguna vía democrática, claro, pero nuestra apuesta es celebrar una consulta. El Govern, con elpresidentArtur Mas al frente, está haciendo los deberes. A la vez que lucha contra la crisis y contra los atropellos financieros del Ejecutivo deMariano Rajoy,la Generalitat está sentando las bases para poder preguntar a los ciudadanos. Y además, gracias al Consell Assessor per a la Transició Nacional, tenemos la guía para el día siguiente de la consulta.

19 informes que tocan temas tan diversos como la seguridad social catalana, la agencia tributaria o las telecomunicaciones son un referente al que agarrarnos. En CiU siempre hemos dado la cara y ahora, en un momento decisivo para todos los catalanes, estamos implicados con el proceso. Todo esto saldrá bien porque lo estamos haciendo bien. Nos hacen falta más manos y más sonrisas. Nos hacen falta más catalanes que quieran decidir su futuro y el de sus familias. Nos hacen falta más ciudadanos que quieran avanzar hacia un lugar común mejor para todos. Continuar construyendo una mayoría indestructible.