Mas pide unidad sin despejar la incógnita sobre las elecciones

FIDEL MASREAL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, mantiene la incógnita sobre el proceso soberanista y vuelve a dejar claro que quien decidirá sobre las ya famosas elecciones con tintes plebiscitarios será solamente él. Mas aprovechó su mensaje de Fin de Año para lanzar el enésimo misil de presión a ERC para que se subsuma en su proyecto de lista unitaria independentista. Pero Esquerra parece poco sensible a presiones externas.

El discurso de Mas fue tan breve como poco explícito sobre el futuro. El soberanismo marcó el grueso de su intervención. Y las cuestiones sociales y la crisis ocuparon dos párrafos. En uno apuntó que se están produciendo «cambios en la buena dirección» en las cifras de crecimiento económico y empleo. A continuación asumió que las desigualdades y la pobreza no se han reducido y que el Govern «seguirá trabajando y esforzándose para luchar contra las desigualdades, defender los servicios públicos fundamentales y ayudar a crear nuevas oportunidades». Hasta aquí el mensaje social.

Tras una rápida referencia a la corrupción, sin poner nombres ni apellidos -como podría haber sido el del expresident Jordi Pujol- y hablando en positivo («ahora existe una conciencia más extensa y una exigencia más grande»), Mas abordó con algo más de detalle la hoja de ruta del proceso soberanista. Sin sorpresas.

EL 9-N COMO EJEMPLO / El principal argumento fue el de la unidad. Unidad con un referente reciente, el del pacto por la celebración de la seudoconsulta del 9 de noviembre. Un acuerdo no exento, como es sabido, de renuncias y de un intrincado encaje de bolillos al que contribuyó decisivamente la combativa oposición del Gobierno de Mariano Rajoy.

Para enfatizar este llamamiento a la cohesión interna, el líder de CiU apeló implícitamente a ese mensaje del expresidente José María Aznar, quien vaticinó que antes se rompería Catalunya que se conseguiría la independencia. «La unidad es lo que teme el Estado», apuntó el president. «El Estado nos quiere divididos, cada uno por su lado. Sabe que así somos más débiles y más vulnerables», añadió el jefe del Govern.

Por si no había quedado meridianamiente claro el destinatario del mensaje, que no es otro que el líder de ERC, Oriol Junqueras -epicentro de una concienzuda estrategia de presión de Convergència con varios resortes en marcha-, Mas remató: «Deberíamos ser bien conscientes de ello, tomar buena nota y actuar en consecuencia». Actuar en consecuencia, traducido al lenguaje político del actual momentum independentista, no es otra cosa que conseguir que ERC acceda a concurrir a las elecciones plebiscitarias como parte de la lista única de Mas, que, según CDC, es lo que se asemeja mejor a un referéndum: una lista, un solo punto en el programa y la ruta de 18 meses hacia la consecución del Estado independiente catalán.

DECISIÓN PERSONAL / Respecto a la parte de responsabilidad de Mas, que no es otra que la potestad de convocar o no elecciones anticipadas, el mensaje no aclaró ningún extremo. Salvo una reafirmación. El president advirtió de nuevo de que volverá a tomar decisiones «complicadas» personalmente y asumiendo «riesgos». Es decir, al margen de lo que puedan plantear los partidos. Un mensaje que contrasta con la unidad de acción que se forjó a la hora de pactar la fecha y las preguntas de la consulta entre Convergència, Unió, ERC, ICV, EUiA y la CUP, hace ahora un año.

Frente a quienes hablaron de renuncia, Mas reivindicó su decisión de cambiar la consulta original del 9-N por un «proceso participativo». «Si entonces no dudé en asumir personalmente las decisiones que creía más adecuadas, también lo haré en los próximos pasos que nos corresponde dar como país», señaló. Y se reafirmó en el papel personalista que considera que le ha otorgado el actual proceso soberanista: «Es mi responsabilidad como president, no rehuir las decisiones por difíciles que puedan ser».

A renglón seguido, Mas reiteró que la solución al conflicto catalán con el conjunto del Estado tendrá que pasar por las urnas. No mencionó el concepto referéndum, ni el de las elecciones anticipadas. Se limitó a asegurar que «serán solo vuestros votos, cuando llegue el momento, los que configuren los escenarios de futuro que han de seguir guiando las riendas de este país». Así pues, una nueva indefinición, al situar en ese «cuando llegue el momento» el estadio siguiente en la resolución del sudoku entre CDC y ERC, con la participación del soberanismo cívico y municipalista, que empuja también hacia el adelanto electoral.

Toda esta estrategia de presión a Esquerra tuvo un aperitivo previo por parte del conseller de Presidència y portavoz del Govern, Francesc Homs, que reclamó «menos exigencias, menos titulares y más generosidad» por parte «de todos». Un nuevo dardo hacia los que hasta hace poco más de un mes eran los socios de CiU en el Parlament. Homs recordó otra vez que «los compromisos suscritos valen para todos». El portavoz eludió dar explicaciones sobre el estado de las negociaciones y los debates que estas generan. Lo dejó todo en manos del president.

Mientras, ERC se mantiene firme en su convicción de que deben convocarse elecciones de inmediato y en ellas ha de concurrir cada partido por su cuenta, y los independentistas, compartiendo un punto programático soberanista. Unas horas antes del discurso de Mas, Junqueras apostaba, en una entrevista en Europa Press, por elecciones «lo antes posible», posponiendo los presupuestos hasta la primavera. ERC sostiene que en CiU hay nervios por tener que ceder a la presión y llamar de nuevo a las urnas pero sin la lista única, lo cual dejará a CDC (o a CiU si se presenta de nuevo unida) bajo la amenaza de no ganar. «No saben qué hacer», resumió un diputado republicano. Y si lo sabe, Mas no lo reveló.