EL PULSO SOBERANISTA

Mas pasa página del pacto con ERC y corteja de nuevo al PSC

Artur Mas y Oriol Junqueras (al fondo), ayer, en el Parlament.

Artur Mas y Oriol Junqueras (al fondo), ayer, en el Parlament.

FIDEL MASREAL / XABIER BARRENA / BARCELONA

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En uno de los encuentros celebrados entre Artur Mas Miquel Iceta, tras ser este nombrado primer secretario del PSC, el 'president' le dijo al socialista que no firmaría con él un acuerdo para la gobernabilidad, en caso de que rompiera con ERC, por cuanto sería poco menos que un suicidio. Desde entonces, CiU y PSC han jugado a cortejarse en público con intenciones meramente tácticas. Mas lanzó ayer en el Parlament un serio aviso a ERC a través de ese cortejo cíclico con los socialistas. El jefe del Govern lleva 15 días advirtiendo de que las elecciones solo se convocarán si se dan ciertas condiciones (gran participación el 9 de noviembre, lista única, programa único independentista pero posibilista en los plazos...) y en la sesión parlamentaria alertó a los de Oriol Junqueras de que él podría navegar hasta el final de la legislatura.

Anunció Mas que, pese a que se ha «resquebrajado» el apoyo de los republicanos a su Govern (algo que en condiciones normales generaría un terremoto político), la Generalitat presentará próximamente los presupuestos del 2015. Una operación que admitió que tiene sus riesgos y abre una «incertidumbre» por la falta de socios para sacarlos adelante. Pero, al mismo tiempo que dio ese paso, lanzó un guiño público y evidente a los socialistas catalanes: si apoyan el proceso participativo del 9-N, podría haber acuerdo CiU-PSC para las cuentas del próximo año. El líder socialista negó con la cabeza la petición de que su partido apoye el sucedáneo de la consulta, pero sí abrió la mano abiertamente a empezar a dialogar con el Govern.

Y, como otras veces ha dicho, Iceta apuntó que si se cambiaba la pregunta del 9-N, estaría dispuesto a negociar lo que fuera. Y es que el PSC sigue buscando cobijo en un espacio equidistante del secesionismo, pero también del unionismo que representan el PP Ciutadans.

El mensaje implícito en todo este cortejo es evidente: Mas no quiere aparecer como un president en manos de ERC ni perder la baza de avanzar (o no) los comicios, como le pide Junqueras. Un Junqueras que ayer mostró de nuevo su distanciamiento con dos gestos evidentes: el primero, reprochándole a CiU que se sorprenda por su retirada de apoyo a las cuentas del 2015. «Siempre, siempre lo habíamos dicho», afirmó respecto al hecho de que ERC no apoyaría más los presupuestos de una autonomía. Solo darán el aval a números de un Estado propio. «Se toma nota», respondió glacial Mas, que le recordó a Junqueras que hoy por hoy Catalunya es una autonomía y hay que seguir haciendo presupuestos.

DECRETO ENERGÉTICO

El otro gesto fue la presentación de una proposición de ley sobre pobreza energética por parte del combativo diputado republicano Pere Bosch, quien no se ha cansado de exigir, sin éxito, que el Govern concrete el mandato parlamentario para ampliar las bases de aplicación de un decreto del que apenas 500 familias pudieron beneficiarse el pasado invierno. «CiU solo nos exige que vayamos con ellos, pero sin propuesta programática, ni de acción de Gobierno», ni en cuanto a la lista conjunta, señaló una voz republicana.

Otro mensaje a ERC, y este sobre el 9-N. Ante la anunciada impugnación que va a pedir el Gobierno del PP. Mas no anticipó ningún tipo de desobediencia, como le exigió la CUP. Como mucho mostró cierta contundencia, sobre todo, en la respuesta al PPC.