RELEVO EN EL PARTIDO NACIONALISTA

Mas ejecuta al fin el cambio de etapa en Convergència

Artur Mas, ayer, entre Lluís Corominas y Josep Rull (a la derecha de la foto).

Artur Mas, ayer, entre Lluís Corominas y Josep Rull (a la derecha de la foto).

FIDEL MASREAL
BARCELONA

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Y finalmente sucedió ayer lo que muchos en Convergència llevaban meses y años esperando, tras la pérdida de apoyos electorales y el descenso en todas las encuestas. Una sacudida interna, una auténtica renovación. Vestida con la prudencia habitual del president, Artur Mas, poco amante de los cimbreos en la navegación, su decisión de ayer de aupar a Josep Rull como número dos (coordinador general de una dirección colegiada, en el lenguaje oficial) es la decisión de más trascendencia en años en un partido aquejado de un evidente desgaste en las urnas y en los juzgados. Una casi revolución respecto de la vieja guardia, de los nombres y apellidos consagrados.

Mas reunió a la dirección y anunció que Rull ocupará casi todas las funciones de Oriol Pujol, imputado por tráfico de influencias en el caso ITV. Para evitar lecturas en clave sucesoria, explicó que la propuesta consiste en hacer de Rull un coordinador general en el marco de una gestión colegiada, junto a Lluís Corominas (al que Mas compensa con el cargo de secretario general adjunto de CiU), Jordi Turull (el aspirante a número dos que las voces más prudentes querían que se impusiera), y otros pesos pesados del partido. A los que hay que añadir un aumento de la presencia de mujeres, que siempre han reivindicado la necesidad de estar más representadas. La alcaldesa de Sant Cugat del Vallès, Mercè Conesa, será la portavoz. Y en el núcleo duro nombrado ayer figuran la consellera Irene Rigau y la diputada Meritxell Borràs.

La propuesta deberá aprobarla el consejo nacional convocado para septiembre. Y Rull no será secretario general porque hace falta un congreso para ello. Pero nada puede desdibujar el hecho de que el diputado de Terrassa, el eterno aspirante a todo, haya sido ascendido a número dos. Y con él se impone un cambio notable. «En la vida y en la política hay momentos en los que se acaban etapas», certificó Mas.

Valga como síntoma que la valoración que hizo el president sobre Oriol Pujol fue sencillamente inexistente. Evitó defender su inocencia y se limitó a decir que entiende y respeta la decisión de renunciar a la secretaría general de CDC. Un paso que Pujol ha dado en dos fases, la última, el pasado día 15.

Rull es un dirigente radicalmente distinto a su antecesor en fondo y forma. Autodefinido como independentista y socialdemócrata, su estilo es casi el opuesto a la vehemencia del hijo del expresident Pujol. El nuevo hombre fuerte, con gran apoyo de las bases, exhibe descaradamente independentismo hasta el extremo de haber explicado que quizá deberá acudir la Guardia Civil a impedir la consulta de noviembre. La opción alternativa -aupar al jefe de filas en el Parlament, Jordi Turull- era más prudente. De gestión más que de poética soberanista, en términos de un dirigente del partido.

Con su decisión personal (nada de primarias a la vista en CDC), Mas cierra una evidente vía de agua interna: la falta de liderazgo en la sala de máquinas. Y, al mismo tiempo, lanza un mensaje: la ruta hacia la independencia es firme. Un mensaje que también deberá asumir el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, que mantiene con Rull una relación pésima.

«HABRÁ DECISIONES GRANDES» / Mas necesitaba ordenar el partido para emprender un otoño que, avisó ayer, será movido. «Os puedo decir que cambiarán cosas seguro, que habrá decisiones grandes, seguro; y malo si no se producen», avisó. Y describió de nuevo cómo su Govern «se traga los sapos y los marrones» en solitario. ¿Mensaje indirecto a ERC para que se implique en la gobernanza? No hubo respuesta a ello, pero si hay alguien favorable a un Govern con ERC es precisamente Josep Rull.