Mas se vuelca en organizar el 9-N tras el fiasco de la unidad política

El 'president' Mas, ayer, a su llegada a la reunión del Consell Executiu.

El 'president' Mas, ayer, a su llegada a la reunión del Consell Executiu.

FIDEL MASREAL / XABIER BARRENA / Barcelona

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El president de la Generalitat, Artur Mas, el mismo que hace exactamente una semana afirmó que la consulta «definitiva» no será el 9-N sino unas elecciones (siempre que se acepten sus condiciones), parece decidido ahora a guardarse de nuevo la palabra elecciones. A la vista de la ruptura total de la unidad política y cívica en el bando soberanista, reforzada ayer con el portazo de la CUP, el Govern ha decidido poner todo el foco en el «proceso participativo» y hoy presentará el dispositivo logístico.

Un plan en el que el principal secreto sigue siendo la base legal de todo. Es secreto de Estado. O, mejor dicho, secreto ante el Estado, que es el que podría impugnar de nuevo la organización. Hoy la vicepresidenta Joana Ortega explicará que la comisión de control que había de velar por la consulta (la inicialmente prevista), cede el paso a otro equipo de juristas. De esa comisión se descolgó ya Joaquim Brugué, que no veía garantías democráticas en lo que se estaba preparando. Y el presidente de la misma, Jordi Matas, explicó a EL PERIÓDICO que el nuevo 9-N de Artur Mas ofrece «muchas menos garantías» legales.

LAS DUDAS PENDIENTES / El Govern, eso sí, actualiza cada pocas horas el marcador de voluntarios. Ayer eran ya casi 30.000. Y ampliará los 700 puntos de votación, en institutos de bachillerato y escuelas públicas, como le reclaman fuerzas políticas, la ANC y Òmnium. También deberá desplegarse en breve la información práctica a los ciudadanos para que sepan, en función de la dirección de su DNI, dónde votar. No habrá registro previo, como es conocido. Esta es la principal debilidad del plan de Mas, como ayer de nuevo se encargó de recordarle el líder socialista Miquel Iceta, pese a que el PSC permitirá a sus alcaldes ceder espacios para la nueva consulta.

Queda por saber si habrá campaña electoral propiamente dicha y debates, que son otra de las bases de todo plebiscito. Eso parece importar poco porque nadie en el soberanismo duda de que el resultado será de abrumadora mayoría a favor de la independencia.

En el flanco político, el conseller de Presidència, Francesc Homs, asumió definitivamente que no solo el jarrón sino la vajilla de porcelana de la unidad están hechos trizas. «La política no acaba de funcionar, nos esforzaremos, pero lo que ha de funcionar es el 9-N», constató.

LA CUP Y «EL BARRIZAL» / Homs fue un muro respecto al melón que Mas había contribuido a abrir la semana pasada: las elecciones. Los comicios que exigen no solo la ANC y Òmnium sino ERC e ICV-EUiA. Entretanto, la CUP rompió la baraja. Después de que el lunes fuera el objeto de deseo de todos, del Govern, por un lado, y de ERC e ICV-EUiA, por el otro, ayer la fuerza asamblearia tiró por la calle de enmedio. Decidió interrumpir los contactos con el Ejecutivo y el resto de partidos del bloque soberanista porque, a su juicio, las negociaciones «han entrado en un terreno venenoso y se han convertido en un barrizal». La CUP se pone a trabajar en el 9-N, pero por su cuenta, y desde una dinámica exclusivamente centrada «en hacer campaña en la calle», según anunció el diputado Quim Arrufat. La CUP, pues, adopta, si se quiere de una manera involuntaria (o no), el camino que más desea el Govern. Que se hable del 9-N y se deje para más adelante toda la controversia sobre el adelanto electoral y la definición de las listas.

JUNQUERAS DESPLIEGA SU PLAN / Algo de lo que probablemente hablen Mas y el líder de ERC, Oriol Junqueras, en la entrevista que mantendrán en breve, a petición del segundo, que sigue con su discurso de doble filo. Por un lado, la adhesión inquebrantable al 9-N, pero siempre recordando que no es la consulta que debía ser, y, también, abogando por el adelanto de las elecciones. En una entrevista en Rac1, el presidente de ERC se explayó sobre qué hacer si unas nuevas elecciones dieran la mayoría independentista en el Parlament. Su guion pasa por una proclamación inmediata de la independencia y en la plena confianza de que los mercados obligarían al Estado español a negociar las condiciones de la secesión. Cifró entre el 24% -el equivalente del esfuerzo fiscal catalán en los últimos 30 años- y el 9% -la media inversora del Estado en Catalunya en el últmo periodo- el intervalo sujeto a negociación. Asimismo, explicó que su propuesta pasaría por la confección de una Constitución catalana y su refrendo por la población. Que, de facto, sería, también, una ratificación de la propia independencia catalana. Junqueras desveló que había solicitado, mediante un mensaje de móvil minutos antes, una entrevista a Mas para recomponer, de nuevo, la unidad.