Gente corriente

Joan Vilar: "Me gusta conocer el lado humano de los políticos"

Lobista. Desde el PP hasta la CUP, todos los partidos conocen a este veterano del arte de la persuasión política

«Me gusta conocer el lado humano de los políticos»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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De camino a la cafetería donde discurrirá esta conversación, Joan Vilar se cruza con la exdiputada de ICV Dolors Camats y con el líder del PSC, Miquel Iceta, a los que saluda con efusividad. No en vano este empresario de 58 años lleva 25 moviéndose entre políticos y practicando el arte de la persuasión en los pasillos del Parlament, el Ayuntamiento y el Congreso. Es fundador y presidente de la Associació Catalana d'Executius, Directius i Empresaris (ACEDE) -que aparece con el número 3 en el registro de grupos de interés del Departament de Justícia- y dirige con Jaume Pallerols la consultoría Lobbyètic. En su tarjeta pone: Politólogo y lobista.

-Ser lobista no tiene buena prensa. La palabra ha adquirido un tono peyorativo porque se asocia a los grandes grupos de presión, empresas con muchos recursos y oficinas en Bruselas que quieren quedarse con la mayor parte del mercado. Pero el lobiexiste desde la prehistoria, desde que alguien ha querido convencer a otro de algo.

-Visto así, los adolescentes son excelentes lobistas. Lo son. Se hace lobien las familias, en las escaleras de vecinos... Es una actividad necesaria a nivel profesional y por eso hemos querido prestigiarla en el libro Lobby. Eina clau per a les empreses i la política (Espai Literari).

-¿Lobi ético no es un oxímoron? No. Para nosotros el lobi tiene que ser ético, lo otro es tráfico de influencias. ACEDE no es un lobi de poder, sino un lobi de defensa sectorial. Nació hace 18 años con el objetivo de que las pequeñas y medianas empresas tuvieran las mismas oportunidades que las grandes.

-¿Por ejemplo? En un país donde el 98% del tejido empresarial está compuesto por micro, pequeña y mediana empresa, el 80% de concursos públicos de la Generalitat del sector multiservicios los ganaban grandes empresas que a menudo no tenían su sede en Catalunya. Hace ocho años fuimos a hablar por primera vez con el Govern sobre el tema y se ha conseguido pasar del 80% al 50%.

-¿Algún fracaso? Ayudamos a regular el sector de las medicinas naturales en Catalunya, pero el gobierno del PSOE sucumbió a la presión del lobi del Colegio de Médicos y tumbó la regulación. Ya lo conseguiremos.

-¿Qué virtudes se exigen a un lobista? Ser muy ético, empático, constante... No vale ir a ver al político con una propuesta, hacerse la foto y adiós.

-Hay que ser insistente. Y estar muy bien informado, tanto del proyecto que defiendes como de los grupos parlamentarios y de las leyes, órdenes y reglamentos. A mí también me gusta mezclar lo serio con un poco de diversión y conocer el lado humano de los políticos.

-Tendrá un montón de anécdotas... Cuando Josep Huguet era conseller de Innovació, Universitats i Empresa le invitamos a una cena y a la hora del postre le regalamos una guitarra con la que tocó unas habaneras delante de 140 invitados. A Alicia Sánchez-Camacho y Enric Millo les hice bailar un tango y desde entonces ella le llama «Henry Miller». Y cuando a Felip Puig le nombraron conseller de Interior le invitamos a comer y le regalamos un bate de béisbol, una imagen que luego imitaron en el programa Polònia.

-¿Es más difícil hacer lobi con los políticos de izquierdas? No. En un desayuno con Xavier Domènech de En Comú Podem nos reconoció que necesitan organizaciones como la nuestra para que les hagan propuestas empresariales porque es su punto débil. Con él nos mandamos whatsaps, igual que con Enric Millo o con Albert Rivera.

-¿La CUP es un hueso más duro de roer? Empezamos proponiéndoles una comida y dijeron que no. ¿Un desayuno? «No». ¿Un café? «No». Al final me puse yo al teléfono y le dije a la entonces diputada Isabel Vallet: «No te librarás de mí». Y conseguimos una reunión con ella en el Parlament.