La Diada del 'impasse'

Imagen de la manifestación de la ANC en la Diada del 2012, en la Via Laietana de Barcelona.

Imagen de la manifestación de la ANC en la Diada del 2012, en la Via Laietana de Barcelona. / periodico

NEUS TOMÀS / BARCELONA

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Si los partidos independentistas cumpliesen con la hoja de ruta fijada tras las elecciones del 27-S, esta Diada debería ser la última de la Catalunya autonómica. El verbo está en condicional porque no parece nada claro que el calendario, el famoso plazo de los 18 meses para ‘desconectar’ del resto de España, sea el que sus timoneles tienen en la cabeza. Cientos de miles de catalanes, una multitud -pero bastantes menos que en anteriores ocasiones-, volverán a salir a la calle para hacerse oír en medio de la confusión política reinante, evidente en la Carrera de San Jerónimo y la tensión disimulada (aunque haberla hayla) entre los partidos que configuran la mayoría independentista en el Parlament.

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La de este domingo es una Diada de 'impasse' para los soberanistas más optimistas y de hastío para muchos otros ciudadanos (incluyan aquí tanto a independentistas como a los contrarios a ella). Es el quinto Onze de Setembre desde que Catalunya inició su andadura por la senda secesionista. Un lustro en el que el llamado ‘procés’, concepto acuñado por partidarios y aceptado por detractores, ha ido derivando en el ‘processisme’, un estado de reivindicación permanente sin que se avance en medidas concretas, complejas y que afecten al día a día de los catalanes. De momento, todo se ha quedado en declaraciones políticas, proclamadas con mayor o menor solemnidad. La última, la de Carles Puigdemont, que será el primer 'president' que participa en la concentración de la Diada, y que ha aprovechado su discurso institucional para acusar al Estado de ser el responsable de la falta de diálogo, requisito imprescindible para desbloquear el conflicto abierto con Catalunya. 

ESTRATEGIA

Los sondeos vaticinan que el porcentaje de apoyo al independentismo crece, según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió, gracias a votantes del flanco izquierdo identificados con del podemismo. Son sondeos como este los que ayudan a explicar la presencia de Ada Colau y de Podem en la manifestación. La alcaldesa de Barcelona, situada en una ambigüedad más que calculada (y de momento efectiva), asistirá pese a insistir en que no comparte la estrategia del independentismo. Nadando entre los que apuestan por una ruptura unilateral y los que defienden que hay que explorar alternativas, acudirá, como Podem, bajo el paraguas del derecho a decidir y exigiendo que la respuesta que debe dar el Estado tiene que ser política y no judicial.                                                                                                                                                                                                                     

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Así que la foto será más plural que en ediciones anteriores pero no tanto por méritos propios de sus impulsores como -una vez más- gracias a la colaboración externa. Una de las más esforzadas a la hora de animar esta Diada ha sido la fiscala general del Estado, Consuelo Madrigal, quien esta semana aprovechó un discurso a priori protocolario para esgrimir la vía penal como respuesta a las pretensiones de los “sectores independentistas”. Al aviso de Madrigal hay que sumar el que Interior ha enviado a la antigua CDC  esgrimiendo la ley de partidos para advertirla de que subirse más al monte independentista puede ser otro argumento para no inscribirla con su nueva denominación, Partit Demòcrata Català. Apunte al margen para quienes adolecen de desmemoria política: la ley de partidos contó con los votos favorables de los diputados de Convergència en Madrid. 

AYUDA EXTERNA

La posibilidad de inhabilitar a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, por parte del Tribunal Constitucional, es otro de los argumentos que unen a independentistas y los sectores afines a Colau. Pero que nadie se lleve a engaño. Pese a fotografías como la de este viernes en Sant Boi Sant Boi, en la que coincidieron ERC, Podem y la CUP para conmemorar el 40º aniversario de la primera gran Diada, la guerra soterrada entre republicanos y ‘comuns’ por ganar espacio electoral no ha hecho más que empezar. Las heridas que dejó la última campaña de las generales siguen abiertas y, hoy por hoy, no se atisba la paz. También entre la antigua CDC y sus socios en el Govern, ERC, hay divergencias respecto a cómo afrontar los meses que vienen. Una vez la CUP ha anunciado que salvará a Puigdemont en la cuestión de confianza, está por ver cómo se afrontará la negociación presupuestaria y cuáles serán los siguientes pasos en la famosa hoja de ruta.

A las entradas del diccionario independentista se ha sumado un nuevo concepto: el RUI. El referéndum unilateral de independencia. Nadie sabe cómo se hace (o al menos no se ha explicado) ni tiene fecha. Sus detractores, entre los que hay dirigentes convergentes, lo interpretan como una nueva huida hacia adelante. En cambio, Puigdemont es de los que no lo descarta. La primera en plantearlo fue la CUP y ERC inicialmente la acogió con escepticismo pero ahora la abraza como una salida. Más pronto que tarde comprobaremos si estamos ante otro ejercicio de escapismo.