Adiós al terror

Celebración en familia

No hubo euforia en las calles del País Vasco, donde la satisfacción se mezcló con la cautela

La noticia más esperada 8 Un hombre sigue por televisión la información sobre el comunicado de ETA.

La noticia más esperada 8 Un hombre sigue por televisión la información sobre el comunicado de ETA.

AITOR UBARRETXENA
SAN SEBASTIÁN

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Cautela y satisfacción, pero sin euforia. La mayoría de los vascos consultados destacaron que sintieron «una gran alegría» al conocer el comunicado de ETA, pero que les cuesta creer que el terrorismo se haya acabado para siempre.

Maialen estaba en clase, en San Sebastián. Esta joven de 26 años perdió la concentración cuando vio que todos los móviles comenzaron a vibrar pasadas las siete de la tarde: «Pregunté qué pasaba y me dijeron: «ETAren amaiera (el fin de ETA)». Fue una gozada. La gente estaba supercontenta y empezamos a abrazarnos». Su alegría contrasta con lo vivido en un bar frecuentado por simpatizantes de la izquierda aberzale. Sus clientes habituales charlaban de cualquier otro tema, mientras la televisión, a sus espaldas y sin voz, informaba sobre la declaración de ETA. Preguntados sobre su opinión, no mostraron ninguna alegría: «Total, seguro que el PP dice que no es suficiente porque ni se han disuelto, ni han entregado las armas».

No faltaron tampoco los escépticos, como Mikel, un trabajador de la construcción: «ETA es como una mafia y no puede desaparecer sin más. ¿De qué va vivir toda esa gentuza que no sabe hacer nada?».

Pero la mayoría de las personas preguntadas por este periódico admitió sin tapujos que pensaban celebrar la noticia. Jaione, una joven madre, asegura que no le sorprendió, «porque hace tiempo que lo daba por hecho. Esta vez va en serio. Ahora habrá que dar pasos, como el tema de los presos y la entrega de armas. Aunque me da miedo que llegue el PP y estropee esto».

Amaia, simpatizante del PNV, también muestra alguna reserva, pese a que dijo estar contenta. Medio en broma, medio en serio, vaticinó que «si de verdad ETA lo deja, Arnaldo será lendakari». Teme un ascenso electoral de la izquierda aberzale, aunque admite que «mucho de lo que ha pasado ha sido gracias a Otegi y a otros como él, y no se entiende que sigan en la cárcel».

Sin humillaciones

Unai estaba en un bar donostiarra. Cuenta que tiene un amigo en la cárcel por pertenecer a ETA desde hace 20 años, que no se ha arrepentido de sus crímenes. Se acaba de enterar de la noticia, y no oculta su felicidad: «Esto tenía que llegar, era cuestión de tiempo. Es importante que el PP y el PSOE sepan gestionar la situación, sin humillar a nadie. Ha ganado la democracia, pues ya está, pero sería un error restregar que ha habido vencedores y vencidos».

Endika es ertzaina y todavía seguirá mirando debajo del coche, pero reconoce que «son buenas noticias». Apunta que la presión policial es la que ha colocado a la banda terrorista en este punto: «La verdad es que están acabados, no tenían otra salida y han buscado un final digno. Habrá que ver qué pasa a partir del 20 de noviembre». Quienes han estado años amenazados hablaban ayer con ilusión y alivio. Gorka ha sido extorsionado con el impuesto revolucionario, así que no cesaba de repetir que «esto hay que celebrarlo. Cuesta creerlo, después de tantos años, pero estoy emocionado».

Fueron muchos los vascos que llamaron a sus familiares que se encuentran fuera de Euskadi. Josune, de 25 años, está trabajando en Barcelona. «Me llamó mi tío para decírmelo, y estoy superfeliz. Ya era hora. Las palabras suenan a gloria, pero hay que ser prudente. Todavía falta que pidan perdón a las víctimas de alguna manera. No pueden hablar del sufrimiento que han padecido ellos y no hablar del que han causado a los demás».

Juan se enteró en casa, y en quien primero pensó fue en sus dos hijos pequeños. «Ellos ya no tendrán que sufrir esta pesadilla. Leerán en los libros que hubo un tiempo en que un grupo asesinaba a sus vecinos, y será difícil explicarles por qué».

Varias generaciones de vascos han sufrido toda su vida a ETA. Iñigo afirma: «Yo he llegado a pensar que no desaparecía nunca y cuesta digerirlo. Aún queda mucho trabajo para hacer justicia».