Artur Mas, en su hora de la verdad

JOAN Tapia

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Hoy Artur Mas hablará. Habrá que escuchar con atención, pero todo quedará condicionado por el calendario electoral. ¿Va a convocar elecciones anticipadas antes de las municipales de mayo o va a intentar alargar la legislatura hasta después de las españolas del 2015? Las dos opciones tienen peligros.

En principio, parece que Artur Mas se debería inclinar por el adelanto electoral. No ha cumplido el objetivo de celebrar una consulta en el 2014, pero sí ha logrado una notable performance, la seudoconsulta tolerada por el Estado -con irritación anterior y posterior-, que ha realzado su prestigio en el campo soberanista y su notoriedad. Y la querella del fiscal general del Estado le da un plus de perseguido que, en el actual clima de protesta, le favorece. Lo ganado el 9-N puede hacer -lo dice más de una encuesta- que la lista de CiU quede por delante de ERC. Ahora (no así hace un mes) puede ganar sin lista única porque la imagen de Oriol Junqueras e incluso la de Duran Lleida han perdido algo de brillo frente al president.

Mas se ve hoy, pues, más fuerte, y el adelanto electoral es lo que le pidió Carme Forcadell, la presidenta de la ANC, porque las  organizaciones independentistas tienen prisa. ¿Por qué contrariar el deseo mayoritario de los 40.000 voluntarios que fueron su fuerza de choque el 9-N?

Si el president decide alargar la legislatura, el horizonte es complicado, porque se ha quedado sin mayoría, no tiene garantizada la aprobación de los presupuestos del 2015 -que serán duros, digan lo que digan los papeles del conseller Mas-Collell- y deberá aguantar lo que se derive de la comisión de investigación del caso Pujol.

Pero hay un análisis alternativo. Mas ya disolvió el Parlament en el 2012 esperando «una mayoría excepcional» y perdió 12 diputados. El voluntarismo le llevó a un amargo despertar. Y las tripas de la seudoconsulta (mas allá del éxito de celebrarla con total normalidad) tienen doble lectura. La participación fue relativamente baja y el independentismo solo logró los votos sumados de CiU, ERC, las CUP y Solidaritat (que no obtuv escaños) en el 2012, pese a que el electorado potencial era muy superior. Quizá todos los electores de CiU votaron sí-sí, pero el independentismo se moviliza, se agita, domina el debate... y no crece.

No es seguro que con 1,8 millones de independentistas se saque una mayoría absoluta operativa y sería todavía más difícil ganar un referéndum. La última encuesta de EL PERIÓDICO vuelve a fotografiar una Catalunya dividida. ¿Se puede hacer una «lista de país» para unas elecciones plebiscitarias cuando el 47% (contra el 46,4%) se declara no independentista?

Además, según la encuesta de EL PERIÓDICO, CiU y ERC (ojo, tanto juntas como separadas) no alcanzan los 68 diputados de mayoría absoluta. La encuesta señala que Mas ganaría las elecciones (CiU sería la primera lista, por delante de ERC), pero con menos diputados que ahora y la suma con los republicanos podría no repetir la actual mayoría absoluta. Siempre podrían liarse la manta a la cabeza e ir a un tripartito con la CUP, pero...

En cualquier caso, al día siguiente, Rajoy seguiría mandando en Madrid. Y con las  elecciones del 2015 delante, tentado de agitar el nacionalismo español contra el separatismo. Y las izquierdas en Catalunya ya no estarían encabezadas por los sensatos Miquel Iceta y Joan Herrera, sino por la gran incógnita de Podemos.

Por el contrario, si Mas aguanta hasta finales del 2015 se puede encontrar en Madrid un Gobierno diferente y sin mayoría absoluta. Menos fuerte o más receptivo.

¿Qué hará? No lo sé. Creo que el cuerpo (y el voluntarismo) le incitan a poner las urnas pero que el cálculo le hace dudar. Quizá por eso hoy no salgamos de dudas.