La estrategia convergente

Mas da rienda suelta en Madrid a su giro hacia la independencia

Artur Mas, seguido por el diputado Jordi Xuclà, se dirige a la sala de conferencias, ayer, en Aranjuez.

Artur Mas, seguido por el diputado Jordi Xuclà, se dirige a la sala de conferencias, ayer, en Aranjuez.

ALBERT OLLÉS / Madrid

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Al exministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla se le hundió ayer el mito delamigo catalán,relacionado con CiU. El socio parlamentario siempre dispuesto a facilitar mayorías en las Cortes a cambio de contraprestaciones para Catalunya se subió a la parra en un instituto del sur de Madrid, donde el líder convergente, Artur Mas, dio rienda suelta a las aspiraciones independentistas que parece haber desatado en la federación la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut.

Sevilla, que compartía con Mas un debate sobre los 30 años del Estado autonómico organizado en los cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, no debía dar crédito a lo que escuchaba mientras su compañero de mesa defendía que los catalanes puedan «transitar hacia la autodeterminación» y reivindicaba el derecho a decidir «sin ponerle límites». Al final, el exministro del PSOE y padre intelectual de la nueva vía que aupó al poder a José Luis Rodríguez Zapatero, acabó aceptando que era testigo del momento «histórico» en el que CiU optó por el «soberanismo independentista», según dijo. «Respeto la decisión, pero no la comparto», respondió con un tono entre grave e incrédulo.

Sucedió en Aranjuez, donde Mas habló más del concierto económico que del musical. Una reivindicación, la de que Catalunya administre sus propios recursos como ya hacen el País Vasco y Navarra, en la que insiste desde hace tiempo y que en esta ocasión situó como «la primera estación» de esa nueva etapa que se ha abierto, en su opinión, tras el portazo del alto tribunal a seguir ampliando el autogobierno de Catalunya desde dentro del marco constitucional pactado en 1978.

SALIR DEL ARMARIO / Es cierto que, tras conocerse la sentencia del TC, el candidato de CiU a la presidencia de la Generalitat había subido unos grados su discurso soberanista y, por ejemplo, había hecho suyo el lema de la manifestación del 10 de julio en Barcelona,Nosaltres decidim. Som una nació. El domingo pasado, el presidente de ERC, Joan Puigcercós, le reclamó ante este cambio de posición que aparcase su criticada ambigüedad en la materia y saliera «del armario». Por Aranjuez no se vieronesteladesni hubo proclamas a favor de la independencia, pero era la primera vez que se escuchaba en la capital del Estado hablar así a un líder de CiU. Lo que justifica en parte la sorpresa de Sevilla, que relativizó lo sucedido vinculándolo a los excesos propios de una precampaña electoral como la que vive Catalunya.

Por si las moscas, apeló al «pragmatismo de la razón» sobre lo que consideró una cuestión «sentimental». Y advirtió de que con la razón «se consiguen acuerdos», pero con los sentimientos «acaba ganando el más fuerte». Mas recogió el guante y dejó caer otra mina de profundidad. «Después de más de 100 años de catalanismo, podemos concluir que hemos sido muy ingenuos al pretender algo tan quimérico como cambiar desde dentro a una España que no lo desea, siendo nosotros menos y teniendo menos fuerza», sostuvo.

Mas dijo a los dos partidos hegemónicos españoles, PSOE y PP, que «no se equivoquen» y subestimen el daño que ha causado la sentencia. Y de paso, afeó alpresident, José Montilla, su doble discurso –en clave geográfica– de los últimos días. «Hay un cabreo muy grande en Catalunya. La corriente es de fondo. Y yo esto lo digo igual allí que fuera», subrayó.

DESAZÓN Y FATIGA / El dirigente de CDC mostró su «desazón» por un fallo «más político que jurídico», y ni siquiera aceptó como vía intermedia la reforma de la Constitución, ante la evidencia de que es imposible que socialistas y populares consigan llegar en estos momentos a un acuerdo. También aseguró sentirse «fatigado» ante la falta de correspondencia hacia el esfuerzo de CiU en las Cortes por «arrimar el hombro», en aras del «bien común».