PEQUEÑO OBSERVATORIO

Los seductores caminos de aprendizaje

Vista general de Salardú y Gessa, en la Vall d'Aran.

Vista general de Salardú y Gessa, en la Vall d'Aran. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si el cálculo no me falla, ahora se han cumplido 60 años justos de mi primer viaje a pie. Fue por el Pallars y el Vall d'Aran. No me imaginaba entonces que continuaría haciendo estas caminatas hasta llegar a los 22 viajes, dos de ellos inéditos. Si en el primer tuve como compañero a Camilo José Cela, en los siguientes compartí los caminos con Sebastià Alquézar, Pau Ramis o mi editora, Isabel Martí.

Pienso que fue una experiencia muy positiva para mí, y quizá podría valorarse, también, como una voluntad de descubrimiento de la diversidad peninsular, gracias a los contactos y diálogos con todo tipo de personas anónimas. Yo no tenía ninguna pretensión de sociólogo, era solamente un forastero curioso y pacífico. Son varios centenares de personas con las que he dialogado y que me ha enriquecido exponiéndose espontáneamente a sus ideas, sus sentimientos, sus visiones de la vida.

Aquel desconocido que era yo, que había llegado a pie, que fumaba en pipa, que hablaba en catalán con sus compañeros no podía ser un funcionario, un inspector de nada. Era simplemente una rareza. Alguien que hablaba poco pero escuchaba mucho. Y cuando aparecía un tipo raro en el pueblo, la novedad se debía aprovechar.

De hecho, he caminado por los extremos de la península, por Galicia y por Murcia. Del Priorato a Castilla, de Aragón a Extremadura. Veinte territorios y miles de paisajes. Hace 60 años, pues, de los primeros pasos de una primera exploración que se fue ensanchando y que me enseñó la seducción y el respeto por la diversidad.

En uno de los libros lo hice concretar con esta frase: "Hay que aprender a comer en la mesa de los demás". Una pareja me había invitado a cenar en su casa y se llevaba el plato de sopa a la boca. Yo también lo hice.

Desde entonces he pensado que 'otros' es, indiscutiblemente, una parte de 'nos-otros'.