PEQUEÑO OBSERVATORIO

Un señor y un restaurante hacen historia

El Via Veneto cumple 50 años marcados por la fidelidad a la marca que lo convierte en un clásico

Los Monje, con la primera y la última carta de Fin de Año de Via Veneto.

Los Monje, con la primera y la última carta de Fin de Año de Via Veneto.

JOSEP MARIA ESPINÀS

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No puedo decir que yo sea un gastrónomo, como lo era mi cuñado Néstor Luján. Hay una cultura de la gastronomía, que supone el conocimiento de todo lo que tiene que ver con la cocina, la elaboración y composición de platos, el refinamiento del paladar. Es cierto que he tenido la posibilidad de aprender a valorar algunos de los matices del llamado arte de los fogones. Podría decir que en mis viajes al extranjero he querido comer o cenar en algunos restaurantes de mayor fama. Me tentaban más que algunos museos, ya me perdonarán.

Si ahora pudiera ir a París volvería a La Tour d’Argent,  La Tour d’Argent,porque más allá de la calidad de la cocina, que es cierta, creo que me encontraría aún aquel servicio y aquel espacio que son inmunes al paso del tiempo.    

Esto es lo que celebra estos días, el restaurante barcelonés Via Veneto: 50 años de existencia y de fidelidad a su historia. Si ha habido algún pequeño retoque con el paso del tiempo, no se nota. Es la sabiduría de la permanencia, el respeto de una marca. He tenido el privilegio de comer allí o cenar algunas veces a lo largo de los años y si ha habido algún pequeño cambio no lo he notado. Josep Monje y su hijo Pere han entendido muy bien que su restaurante había adquirido la condición de clásico, y que los clásicos no deben verse afectados por las modas.

Uno de los hechos más notables del caso Via Veneto es la conversión de un chico que cuidaba de una cabra en el Pirineo en el señor Monje que se convierte en experto en vinos y en platos refinados a la francesa. Mantener un estilo durante tantos años no es fácil. Quizá fue Néstor quien me enseñó esta sentencia: «La vida es imperante».

La vida nos domina ... Es cierto. Pero hay quien es capaz de dominar una situación, un oficio, unos gestos. Hay genios innovadores a los que admiro. Pero pienso que también hay que reconocer, en una ciudad que está sometida a una constante evolución, el mérito de la continuidad.