Opinión | Editorial

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Una Mercè para la convivencia

La fiesta de Barcelona sacará de nuevo a la luz los valores de una ciudad que vive un delicado presente

Mercè 2017

Mercè 2017 / periodico

En el punto álgido de las fiestas de la Mercè, Barcelona vive aún con el recuerdo aciago de los atentados de agosto y con la inmediatez del vértigo de una situación política extremadamente delicada. Como ha declarado la alcaldesa, «esta no es una Mercè como las otras». La ciudad está a la espera de una semana decisiva para el futuro democrático del país. Y la celebración está aquí para destacar los valores de una ciudad que vive con intensidad su presente. 

Con 3,3 millones de presupuesto y más espacios lúdicos que nunca, la Mercè 2017 ha ampliado su campo de acción. Si el Parc de la Trinitat fue la novedad del 2016, esta vez la plaza mayor de Nou Barris (con programación de música clásica) y el Parc de Sant Martí (con música para toda la familia) se añaden a los escenarios tradicionales y a los que en los últimos años han congregado a mayor número de ciudadanos.

La Mercè, pues, como se desprende del cartel de Javier Mariscal –la chica de barrio, abierta a la modernidad y fiel a la tradición– enseña una ciudad plural y diversa, que se identifica con la cultura popular y, al mismo tiempo, con las aportaciones culturales y festivas más contemporáneas, como las que ofrece Reikiavik como ciudad invitada. Una ciudad que celebra la música en el Bogatell, con grupos de éxito tan actuales como Manel o Mishima, o con la irrupción de la rumba catalana; que ocupa el paseo Lluís Companys, hasta la Ciutadella, con la música emergente del Barcelona Acció Musical; que ofrece danza y circo en el Mercè Arts de Carrer; que se expande desde el Raval y, de nuevo, la plaza Reial, hasta Nou Barris.

Una ciudad para los ciudadanos que se apoderan de la calle en las celebraciones tradicionales, desde los gigantes y cabezudos hasta el 'correfoc', pasando por el piromusical que este año se centrará en las conmemoraciones de los JJOO (25 años) y de la primera manifestación en defensa de los derechos de gais y lesbianas (40 años), sin olvidar, por supuesto, el homenaje que Barcelona dedicará a las víctimas de los atentados del 17 de agosto.

Como dijo la filósofa Marina Garcés en el pregón, conviene recordar que una ciudad está hecha «del ir y venir libre de la gente». En los días difíciles que viven Barcelona y Catalunya, debemos preguntarnos qué es lo realmente importante. La fiesta de la Mercè indica el camino: convivencia, diálogo, civismo y tolerancia.