Todos los muertos

La gente se detiene y guarda un minuto de silencio ante la ofrenda floral por las víctimas del Manchester Arena en la plaza de Santa Ana de la ciudad británica.

La gente se detiene y guarda un minuto de silencio ante la ofrenda floral por las víctimas del Manchester Arena en la plaza de Santa Ana de la ciudad británica.

RAMÓN LOBO

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La primera victoria de un grupo terrorista es simplificar el lenguaje, borrar los grises, que se hable de lo que ellos quieren y como ellos quieren. La segunda es generar terror. El Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS) desea que compremos la idea de la existencia de una guerra entre civilizaciones, entre “ellos” y “nosotros”, que sintamos que cualquiera puede ser un terrorista para situar nuestro miedo en la raza, el aspecto físico de las personas, en la nacionalidad. La islamofobia es el mejor regalo para el ISIS, le ayuda a vender el mismo discurso en los países islámicos.

La imagen de Renee Rachel Black y Sadiq Patelrezando juntos ante la ofrenda floral a las víctimas del atentado de Manchester, es poderosa porque construye puentes donde los radicales pretender levantar muros. Sadiq es musulmán y viste como tal con su tufi negro sobre la cabeza. Rachel es judía y no tiene miedo a la diferencia. Su dolor compartido es la mejor respuesta porque se acerca a los hechos. Pese al impacto de los atentados en suelo europeo, mueren muchos más musulmanes que cristianos o judíos en los ataques yihadistas. Más del 80%. Un dato que se nos olvida porque no contabilizamos por igual los muertos de Bagdad, Kabul, Sanaá, Beirut o Damasco. Solo hay dos bandos: asesinos y víctimas.

Tampoco contamos los muertos que causan las políticas de nuestros gobiernos, ni los que pierden la vida bajo las armas que vendemos a Arabia Saudí, Irak, Israel, Egipto o Turquía. En el caso español, las exportaciones superaron en 2016 los 4.362 millones de euros. Deberíamos seguir el recorrido de la bala desde que se fabrica hasta que mata.

El ISIS ha conseguido que les demos crédito en cada acto terrorista. Casi no necesitan reivindicar ni organizar, les basta el afán de algunos medios por la simplificación y el espectáculo. Y el de ciertos gobiernos por arañar votos en cada muerto. 

RENCOR E INTERNET

El atentado de Manchester no es como los de Londres, Berlín, Múnich y, tal vez, Niza, obra de personas que deciden atentar por imitación, exista o no una orden directa desde el califato. Para este tipo de atentados, al ISIS le basta la narrativa de “ellos” y “nosotros” regada entre las segundas y terceras generaciones de emigrantes, en los jóvenes que se sienten maltratados en las sociedades en las que han nacido y educado. No es necesaria una orden, bastan el clima de rencor, un imán radical e internet.

Lo ocurrido en el Manchester Arena está emparentado con los atentados de París y Bruselas, que tienen la huella inequívoca del ISIS como organización. Son atentados sofisticados que exigen preparación y la existencia de una red con capacidad de atentar en lugares emblemáticos, poblados y de gran impacto. Se busca causar el mayor número de víctimas, como el 11-S en EEUU y el 11-M en Madrid. 

Este tipo de acciones serán más frecuentes según pierda terreno el ISIS en Siria e Irak. Una eventual conquista de Raqqa o Mosul les empujará a un terrorismo más brutal, con atentados masivos como los que cometía en Irak antes de elevarse de grupo terrorista a califato.

IMANES EDUCADOS EN EUROPA

Los atentados más complejos, por el tipo de explosivo y la preparación, son campo para la policía y los servicios de espionaje. En ellos es posible un contraterrorismo más clásico: información y anticipación. En los de baja intensidad, por llamarlos de alguna manera, es esencial actuar sobre las estructuras que fomentan la radicalización, sean financieras o espirituales. Hay que impulsar la formación urgente de imanes educados en Europa, educados en los principios democráticos y en la tolerancia. Es una labor de las comunidades islámicas que las prédicas nazcan de los libros sagrados, no de gobiernos extranjeros como Arabia Saudí. 

La policía tenía a Salman Abedi en su lista de personas radicalizadas. Pueden ser miles en Europa. No hay posibilidad humana de tenerles vigilados las 24 horas para saber cuándo un fanático ha decidido convertirse en un asesino. En España, la policía ha realizado cerca de 200 investigaciones sobre 400 sospechosos. Es esencial la colaboración de los entornos, familiares o no. Europol estima que en Siria e Irak hay, o ha habido, entre 3.000 y 5.000 combatientes procedentes de Europa que regresarán algún día. No viajan en pateras ni saltan vallas, no son migrantes ni refugiados. Son europeos.

La llamada al cierre de las fronteras por parte de una extrema derecha, que bebe de las mismas aguas del odio que los imanes radicales, es tan inútil como pedir la restauración de la pena de muerte, idea de Janice Atkinson, exdiputada del partido xenófobo de Nigel Farage. ¿Pena de muerte para asustar a terroristas suicidas? La estupidez debería ser delito.