¿Soy de los hombres libres o no?

Me parece bastante aceptable esta comparación: la política es una especie de plastilina que se pega a la piel y cuesta mucho hacerla desaparecer. Utilizo esta imagen sin ninguna intención de menospreciar el ejercicio de la política. Al contrario, yo admiro a los políticos en activo que aspiran a influir positivamente en la sociedad. Los que se aprovechan de tener un determinado poder para conseguir algunos beneficios particulares son políticos indignos.

Leo el regreso público a la política del señor Antoni Fernández Teixidó, que fue dirigente de Convergència y antes, si no me equivoco, candidato del CDS de Adolfo Suárez. Leo en EL PERIÓDICO que ahora participa en un proyecto político, y naturalmente le tengo un gran respeto. Solo oso hacerle una pequeña observación. No me gusta el nombre del proyecto político con el que se identifica: Lliures. El artículo de Fidel MasrealFidel Masreal recoge su declaración: «Representamos el catalanismo político puesto al día. No inclinado a ninguna aventura».

Yo quisiera recordar la importancia que ha tenido en la historia humana la voluntad de personas y grupos que no se han conformado con el presente. Lanzarse decididamente océano allá era una aventura que los prudentes de la época consideraban temeraria, por no decir que condenada al fracaso.

Que Catalunya intentara navegar por Europa con sus propios remos es mucho más razonable que la aventura de Colón. Es cierto que ante próximas elecciones se han fundado unos partidos que han optado por definirse con algunas frases que suenan a eslóganes publicitarios. Parece que derecha e izquierda han pasado de moda. No me gusta que una fuerza política se llame Lliures. ¿Es que no lo son, libres, todos los candidatos?

Tan libres como los votantes y los que no votan.