La clave

La consistencia del suflé

La guerra soterrada entre Mas y Junqueras ha permitido a los tahúres del Ibex-35 pronosticar su inmediato y definitivo hundimiento

ALBERT SÁEZ

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La casta se mofa una y otra vez de los vientos de cambio atribuyéndolos a todo tipo de suflés. La palabrita de marras apareció por primera vez durante la tramitación del Estatut en el año 2006. El estado mayor de la moderación catalana encargó en aquel entonces a Montilla y a Mas que cerraran cuanto antes un pacto en Madrid para aprobar la reforma del autogobierno. De aquel supuesto suflé surgió seis años después el movimiento independentista.

Algo parecido ocurrió en el 2011. Las concentraciones en las plazas a partir del 15-M no cuajaron en las municipales de aquel año. El PP, impasible al desaliento y gracias al clembuterol propagandístico financiado por Bárcenas inició un proceso de acumulación de poder que culminó con la mayoría absoluta de Rajoy. También entonces se habló de suflé. Nadie detuvo su atención en la edad y la clase social de quienes ocuparon la calle. Pero de aquel suflé llegaron los consistentes cinco eurodiputados de Podemos que, propulsados por las televisiones amigas de Rajoy, llegaron a acariciar la mayoría absoluta en las encuestas de principios del 2015.

Ministro busca partido

Ahora el suflé de moda se llama Ciudadanos. La tarta ya tiene nueve diputados en Catalunya y otros tantos en Andalucía. Las encuestas -que no tienen manera científica de descontar el efecto de la ley d'Hondt- les otorgan más de 50 escaños en el Congreso. La incorporación de Luis Garicano, ese ministro que buscaba partido, les ha abierto definitivamente las puertas de los despachos de buen pensar.  Veremos en lo que queda tras el combate municipal y autonómico, los pactos en Andalucía y la lista de los 704.

De momento, la encuesta del Gesop permite volver a la casilla de salida. Porque el soberanismo catalán también ha sido visto como otro suflé. La guerra soterrada entre Mas Junqueras ha permitido a los tahúres del Ibex 35 pronosticar su inmediato y definitivo hundimiento. Pero las cifras son tozudas como la realidad: CiU conserva una fidelidad de voto del 61% y ERC del 60%, diez puntos por encima del PP, 15 del PSOE y 35 de IU. Suflés.