No son lo mismo

El PP que recogió firmas en contra del Estatut, que cimentó su acceso al gobierno en el desprecio a Catalunya, que ha boicoteado toda oportunidad de diálogo y que ahora engrosa el insulto (y el rédito electoral) con una reforma exprés del Constitucional, no es lo mismo que el PSOE de Pedro Sánchez que abjura de esta barbaridad y apuesta por un estado federal, o el Podemos de Pablo Iglesias que aboga por un país plurinacional. No es lo mismo la Convergència del 3% y sus artimañas para sobrevivir que los cientos de miles de personas que viven con ilusión el procés. No es lo mismo la aspiración particular de Mas que los ideales de muchos.

No son iguales los que solo buscan la confrontación que los que tratan de vivir -o convivir- tranquilos. No son iguales los que conducen a un angosto callejón de dirección única, quizá sin salida, a los que buscan cruces de caminos. Más allá de los que ya perdieron la paciencia, de los que pretenden imponer su discurso, de los que solo creen en monólogos, hay muchos que aún estarían dispuestos a escuchar. No solo existen la Catalunya y la España que algunos medios pretenden hacernos creer. Mientras convirtamos en enemigos a los que no lo son, mientras simplifiquemos el debate a un combate entre afrentas, mientras renunciemos a los matices, al pensamiento y a la pedagogía, seguiremos perdidos -agotados e irritados- en un laberinto. Eso sí, algunos seguirán aferrados al poder.