Análisis

Sigo sin tener miedo a volar en avión

La seguridad está tan garantizada en las compañías 'low cost' como en las tradicionales

JOSEP-FRANCESC VALLS

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Hoy mismo, miércoles, vuelo y lo haré tranquilo, como si el accidente aéreo de ayer del SW9525 de Germanwings, que había salido de Barcelona a las 9.55 con destino a Dusseldorf, no hubiera ocurrido. Sigo no teniendo miedo a volar, aunque aumenta la tristeza a medida que se encuentran los restos de los 150 pasajeros y contemplamos el dolor de sus familias y de muchas más. Veremos qué tipo de fallo técnico se produjo como para que el aparato se precipitara en los Alpes franceses y descendiera de 9.000 a 1.500 metros en solo nueve minutos antes de estallar. Es una tragedia aérea que se suma a las otras que se han producido en territorio europeo y sin embargo la aviación, aunque sea duro recordarlo en estos momentos, es el medio de transporte más seguro.

El hecho de que Germanwings sea una compañía low costno permite precipitar juicios de valor sobre las causas del accidente. Por suerte para la aviación comercial, los criterios de seguridad son en general tan cumplimentados por las compañías baratas como por las tradicionales. La autoridad de aviación exige y hace cumplir a rajatabla la normativa de seguridad, a veces con excesiva incomodidad para los pasajeros. Aquellos hechos aislados de algunas compañías que forzaron al límite determinados aspectos relativos a la seguridad (combustible excesivamente ajustado, por ejemplo) no pueden empañar el comportamiento global de las compañías de vuelos baratos. Si alguna vez hubo riesgo para los pasajeros de alguna compañía low cost solo es atribuible a la volatilidad de los directivos que aprietan sin sentido las tuercas de la reducción de costes. No parece ese el comportamiento de esta compañía siniestrada, la cual, como el resto de las de precios baratos, ahorraba en costes para trasladar al cliente todos los beneficios obtenidos. Estos no son otros que los precios baratos que han facilitado la democratización del vuelo en Europa desde 1997 con la liberalización aérea.

Cuando analizamos el concepto de negocio de las low cost aparecen,entre otras, una serie de características comunes de reducción de costes: en vez de adquirir aparatos, alquilarlos; en vez de largo tiempo en tierra, volar el mayor número de saltos posible; más butacas en el avión; comercializar a través de la web propia; recortar los gastos y los salarios de los empleados; y pasar a posible ingresos (ancillary) todos aquellos servicios que antes o bien se ofrecían dentro del tíquet o se han creado nuevos. Lo que en principio realizaron en solitario las compañías entrantes lo acabaron adoptando todas. El escenario aéreo vive una situación altamente competitiva en la que el producto que se vende se compone de tres aspectos. El primero, la rapidez y la puntualidad. El segundo, la seguridad. Y el tercero, cómo no, el precio. Todo el resto es accesorio y cualquier compañía puede mezclar este paquete básico -y el resto de factores- de la forma que lo desee, pero nadie es capaz de atentar contra alguno de ellos. La tristeza embarga el ambiente. Más cuando el vuelo sale de tu ciudad y en el avión pueden viajar conocidos. Pero de aquí a aborrecer el avión media un abismo.