Tú y yo somos tres

Ni la sangre de los Caparrós les salva

Ferran Monegal

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No le han podido llamar Moros y cristianos, porque este nombre lo deben de tener registrado los extrincos Mainat Cruz, de cuando lo hacían, en Tele 5, hace exactamente 20 años. Aquel programa sirvió de entrenamiento a mi admirado Xavier Sardà para saltar enseguida a Crónicas marcianas. Le sustituyó Jordi González, el mismo a quien ahora le han encargado que presente esta mala copia titulada Mad in Spain. ¡Ah! Es un show flojo a rabiar. Estos ejercicios de debate, estilo telecinque, necesitan criaturas capaces de hacer transfusiones de sangre sobre la marcha.

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Los que más nos han gustado en casa han sido Lucía Etxebarría, que ya participó en lo mismo hace 20 años, y que tiene experiencia en cacaos como cuando ingresó en la ratomaquia asilvestrada Campamento de verano. También se ha distinguido Alejandro Abad. Posee este productor musical una lengua aflautada que cuando sopla, en lugar de salir música salen semicorcheas puntiagudas como escarpias. En este estreno tenían puestas grandes esperanzas en uno de los debates: Hijos de famosos: ¿bendición o maldición? ¡Ah! Comenzaron hablando de Andreíta, la hija de Belén que ya ha cumplido 18 años. Su madre deberá meditar aquella frase que lanzó hace dos días, cuando dijo: «La voy a proteger para que no la transformen en carne de cañón». Tiene toda la razón. Protéjala sobre todo de Tele 5, que ya se conoce usted los métodos que se gastan.

Uno de los atractivos de la noche fue volver a emitir los vídeos de las visceras de la familia Caparrós, por el Sábado Deluxe desparramadas. O sea, hijo contra padre, más el plus de la madre al teléfono, desesperada. De estas miserias lleva Tele 5 viviendo dos semanas. ¡Ah! La necesidad y las desgracias de los Caparrós, les están salvando el verano. Dicen que les han hecho un buen contrato a condición de que se enfanguen hasta el alma. Decía Abad, afilando las escarpias: «Es Alonso Cagarrós, porque siempre la caga. Yo dormía a su lado en GHVip, y se podía volaaar» y hacía así con la nariz, como esnifando. «¡Es un sinvergüenza, un enfermo, sigue siendo drogadicto!», gritaban algunos opinadores tertulianos. Pero esta vez ni así: solo consiguieron un 10,3% de cuota de pantalla.

El show terminó media hora antes de la que estaba programada. Jordi, que tiene buen olfato, se despidió diciendo: «Si nos dejan, volveremos la semana que viene». Exacto. O lo arreglan metiendo más escarpias, o no les van a dejar. Por falta de sangre.