Al contrataque

Quiero una herencia en Suiza

XAVIER SARDÀ

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«Me preguntaste una vez por qué afirmaba yo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe qué contestar, en parte justamente por el miedo que te tengo y en parte porque en los fundamentos de ese miedo entran demasiados detalles como para que pueda mantenerlos reunidos en el curso de una conversación». Así comienza la célebre Carta al padre de Franz Kafka, escrita en 1919. Hoy la he imaginado distinta.

«Padre, me has fallado. El asunto es muy sencillo: ya sé que te pasaste la vida trabajando como campesino primero y cargando camiones después, pero... ¿cómo es posible que no me dejases dinero ilegal en Andorra o en Suiza? ¿Pensaste en mi futuro? No es tan difícil, padre. Yo no hablo tanto de la cantidad económica como de la disposición anímica. Un gesto. Ya sé que no me podías dejar tanto dinero como les dejaron a los dos presidentes de la Generalitat y a tantísimo hijo de casa bona, pero echo en falta el gesto».

«Han pasado los años y los catalanes vamos madurando a base de realismo y desencantos. Ahora vemos con meridiana claridad que sin una buena base es muy difícil situarse en la vida. Tú me ofreciste comprensión, muchísimo afecto e incentivos para que fuese a la universidad, y lo cierto es que te lo agradezco profundamente. Pero ¿eso es todo? ¿Sin salvavidas? ¿Sin dinero en Suiza?».

«Una cuenta opaca en un paraíso fiscal es un mensaje meridiano. No es solo el dinero, es lo que significa. Es una lección esencial de la vida y de la lucha necesaria para formar parte del grupo de los elegidos. Las cuentas con dinero de procedencia irregular le sitúan a uno de lleno entre los selectos. La cuenta cifrada es la piedra Rosetta para dilucidar el jeroglífico ético-moral de los que llevan el timón».

SIN CUENTA NO HAY PEDIGRÍ

«Tú me diste amor, pero no me diste ni sagacidad ni arte para el disimulo. Sin ese refinamiento he sido incapaz de dedicarme a la política ni, lo que es peor, hacer negocios cerca de la política. Sin la cuenta en Liechtens-tein uno no tiene pedigrí para ser aceptado en los cenáculos. Es como reconocer de antemano que eres un advenedizo en los ambientes del 3%. Sin dinero en Luxemburgo vía isla de Man y Belice, uno será siempre un puto Pijoaparte decente. Jamás podré estar en la crema catalana, que aunque últimamente esté más quemadita siempre será la que maneje el percalazo».

«Padre, me dejaste en la estacada, indocumentado y con una triste carrera superior. Jamás podré hacer negocios con los hijos de Pujol, con hermanos de algún conseller, con los del Palau. Mira a Mas, que lo regularizó todo y las cosas le van de mal en peor. Además, en esto no hay fronteras. En esto España es una, grande, suiza, kafkiana y repleta de cucarachas».