La rueda

El psicópata bien comido

El consejero de Salud de Madrid tiene alguna de las características de los faltos de toda empatía

NAJAT EL HACHMI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nos han dicho que la principal diferencia entre los animales y los seres humanos es el lenguaje o la inteligencia. Pero más específico de los Homo sapiens es su capacidad de experimentar la empatía, el hecho de que una persona pueda hacerse cargo de los sentimientos y las necesidades de otra, sobre todo cuando hablamos de sufrimiento. Entender el sufrimiento de alguien que no somos nosotros, ponernos en el lugar del otro y compartir su sufrimiento a través de la compasión, tratar de hacer algo para aliviarlo, es una de las más bellas cualidades de los seres humanos. Quién sabe si el lenguaje no es más que una herramienta desarrollada para hacer posible esta cualidad. Esto nos hace ser evolucionados de verdad, y no los progresos tecnológicos. Pero, al igual que la inteligencia, no todos los individuos tienen el mismo grado de empatía.

Hay un tipo de personalidades incapaces de sentir ningún tipo de empatía, y se les llama psicópatas. No hay que saber mucho para concluir que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid reúne alguna de las características de los psicópatas. No solo no ha empatizado nada con la situación de la auxiliar de enfermería contagiada de ébola, sino que la ha culpado de su propia enfermedad, una enfermedad adquirida precisamente en un ejercicio máximo de empatía. Las frases que ha soltado son insultantes para la mayoría de los que le hemos escuchado, pero son pura violencia hacia la afectada, violencia laboral y, si hilamos fino, posible violencia de género por el machismo que rezuman las declaraciones del bien comido consejero. Que este señor sea médico es un agravante, dado que la empatía es una cualidad imprescindible para formar parte de la profesión médica. Pero no nos engañemos, las declaraciones de Javier Rodríguez han cumplido su objetivo: servir de cortafuegos para preservar, otra vez, a la incompetente Ana Mato.