Editorial

La presión pasa ahora a Mas

Òmium y la ANC avalan el sucedáneo de consulta siempre que sea la primera vuelta de unas elecciones plebiscitarias

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La Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural volvieron a demostrar ayer su capacidad de convocatoria reuniendo a decenas de miles de personas en la plaza de Catalunya de Barcelona en el acto central de la campaña Ara és l'hora. Sin embargo, lo importante no era ayer el número de manifestantes, sino la posición que adoptaran las dos organizaciones ante la consulta descafeinada del 9-N. Las dos dirigentes del movimiento independentista avalaron con recelo el sucedáneo de consulta, aunque con diferencias en el tono y el contenido.

La presidenta de Òmnium, Múriel Casals, resumió su postura en tres palabras: unidad, urnas e independencia. La primera consigna y la tercera fueron, precisamente, las que más se oyeron en el acto. Casals aceptó el planteamiento que Mas ha hecho del 9-N siempre que sea una primera vuelta de las elecciones plebiscitarias que deben convocarse a continuación. La presidenta de la ANC, Carme Forcadell, concibió asimismo el 9-N como una primera vuelta de las plebiscitarias, pero, con un tono exigente y situado al margen y por encima de los partidos, puso plazo para acudir a las urnas: antes de tres meses para que en la primavera del 2015 se constituya ya un Parlament capaz de declarar la independencia. El sí pero al 9-N respalda a Mas, pero la urgencia de las plebiscitarias se alinea con Junqueras. Ni una ni otra, sin embargo, dijeron ni una palabra sobre la cuestión clave que dificulta las elecciones plebiscitarias: lista conjunta soberanista (en realidad, de CDC y ERC porque Unió ya la ha rechazado) o listas separadas con un punto común en favor de la independencia que permita después una lectura refrendataria. Tampoco se refirieron a la posibilidad de que ANC y Òmnium impulsen una lista unitaria compuesta por personalidades.

Estas ausencias revelan que la división en los partidos soberanistas y en las propias organizaciones civiles no está superada. Forcadell insinuó un deseo oculto: que el Estado español reaccione en la forma en que acostumbra y, con un nuevo recurso contra el 9-N, facilite la unidad soberanista ahora fracturada. Parece que esta vez el Gobierno de Rajoy se inclina por mirar hacia otro lado en espera de que las tensiones en el soberanismo por el sucedáneo de consulta le hagan el trabajo. Si esto se confirma, todo dependerá del grado de participación el 9-N.