Un preocupante Puigdemont
En teoría no tiene ni dos años de margen como presidente, aunque él ya se ha encargado de puntualizar que eso de los 18 meses será solo si puede ser. Y poco que ha replicado nadie. No tiene pinta de lo que los estadounidenses describen como "el pato cojo", un presidente débil y ya en tiempo de descuento en los dos últimos años de su último mandato. Carles Puigdemont acaba de llegar, en teoría con fecha de caducidad, pero sus pocos hechos y palabras de estos primeros días suyos como jefe del Govern ya han servido para convencer bastante a propios y extraños de que lo más probable es que esto no vaya así. Es la victoria póstuma de Artur Mas, aun sabiendo que él tiene la intención de no haber traspasado políticamente. Porque sí, todavía tiene bastante por hacer, sobre todo en la reconstrucción del espacio político de Convergència, pero ¿como cabeza de cartel también? Si el nuevo presidente cuaja, no será necesario, y el primero en saberlo será Mas, que por algo lo eligió.
Y es así como Puigdemont preocupa. Preocupa un adversario que no lo esperaba. Un PP y un Mariano Rajoy que han quedado netamente desfasados y como muy fuera de época, ahora también con un nuevo presidente catalán, sin complejos, que va y lo primero que dice es que el gallego "es un presidente en funciones que hace declaraciones en funciones ". Y hala. Sin despeinarse (disculpen, no lo he podido evitar). En Madrid hay preocupación con Puigdemont, pero también la hay en Barcelona, en este caso entre socios, compañeros de partido y adversarios más directos.
En Convergència, a pesar de que el suyo es todavía un liderazgo tierno y en potencia, por la expectativa que ha levantado, y atendiendo a las circunstancias, se sabe que él ha supuesto un golpe en seco a los que ya iban a toda máquina cara a una sucesión que todavía no se producirá. De repente ha emergido un inesperado 'primus inter pares'. Y de repente, también, ha aparecido un competidor de entidad para Oriol Junqueras y Esquerra. Ahí también preocupa en clave de partido. Puigdemont, su discurso y su gesto pueden hacer mella en un electorado fronterizo, además de desactivar ciertos prejuicios y recelos que Mas nunca consiguió conjurar a pesar de todo.
Y Puigdemont habla en todo momento del progreso social, del bienestar de la gente, de la prioridad que son los ciudadanos, de conseguir un mejor marco político que ayude a mejorar la vida de los catalanes. Y en el entorno de Ada Colau también preocupa, aunque habrá que estar alerta a los movimientos de la alcaldesa de Barcelona en las próximas semanas. Tiene ese instinto como contenido de Puigdemont. No pierdan de vista este tándem institucional de la plaza de Sant Jaume, porque, además de preocupar, son de sorprender.
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