ESTRATEGIAS COMUNICATIVAS

La política sí interesa

"La política tiene nuestra atención, pero los partidos parecen dormidos en el ojo del huracán, no reaccionan a pesar de que todos los indicadores de las diversas naves deben tener las alarmas activadas"

Gallardón (izquierda) conversa con Rajoy ante Soraya Sáenz de Santamaría, en el Congreso.

Gallardón (izquierda) conversa con Rajoy ante Soraya Sáenz de Santamaría, en el Congreso. / periodico

VERÓNICA FUMANAL

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Lapolítica interesa más que nunca. Las tertulias y debates políticos han multiplicado su presencia en 'prime time' en medios públicos y privados. Eso solo quiere decir que 'vende'. Si prestas atención en la calle, bares y supermercados, los ciudadanos comentan y critican cuestiones sobre política y economía, haciendo suyas expresiones que antes solo formaban parte del vocabulario de los expertos de las respectivas materias económica, política, judicial, internacional: quita, prima de riesgo, escrache, déficit fiscal, límite de endeudamiento, troika, listas abiertas, regeneración, imputado...

Tan solo hace unos años, recordamos a muchos políticos que reprochaban a los ciudadanos su falta de interés por la política, que no participaban, que era necesario involucrarse en eso de lo público.

Ahora ya tenéis nuestra atención.

Segúnla última encuesta del CIS publicada esta semanaCIS , cuando los entrevistados son preguntados sobre su interés por la política, económica, deportes y cultura, la respuesta "política" es la mayoritaria entre los que aseguran interesarse mucho y bastante, a cierta distancia incluso del omnipotente "deporte".

Lo que no funciona

Pero este interés, lejos de responder a una activación de los valores cívicos grecolatinos o de 'accountability' positivo, puede ser el resultado de un comportamiento social que fija la atención en aquello que no funciona y que, por lo tanto, merece nuestra atención. "No news, good news", dice la expresión anglófona para decir "si no hay noticias, es que son buenas noticias", pues es exactamente esto lo que nos alerta, que tenemos muchas noticias, y que no son buenas noticias.

La política tiene nuestra atención, pero los partidos políticos parecen dormidos en el ojo del huracán, no reaccionan a pesar de que todos los indicadores de las diversas naves deben tener las alarmas activadas. Porque este sistema tal y como lo conocemos se hunde o en otras palabras, sin legitimidad, no hay democracia.

Nuevas circunstancias

Los tiempos han cambiado de forma drástica y los ciudadanos, con más o menos esfuerzo, hemos debido de adaptarnos a las nuevas circunstancias. Sin embargo, los partidos se niegan a actualizar sus estructuras y acomodarse a una nueva realidad económica, política y social. Los partidos ya no son vistos como aquello para lo que fueron inventados, mecanismos para canalizar las inquietudes ciudadanas e intentar solucionarlas. Según diversas encuestas, los partidos políticos son uno de los principales problemas de los ciudadanos, fluctuando entre el tercer y cuarto puesto, tras el paro, la economía y la corrupción política.

Pero, ¿por qué evitan el cambio ineludible? Algunas tesis apuntan a que si los partidos son permeables a la sociedad y agilizan sus estructuras perdiendo capacidad de colocación disminuye su capacidad de poder y control. Pero lo cierto, es que la pérdida de poder ya es evidente. En la última encuesta publicada, la suma de los dos principales partidos en España no llegaba al 50%, cuando anteriormente había llegado a sumar más de 70%. Y el control en una sociedad tan líquida como la que vivimos resulta misión imposible, además de un afán totalmente desaconsejable.

La política nos importa porque había una creencia, con fe o sin ella, que era el mecanismo para solucionar los problemas de la sociedad, un ejercicio donde se contraponían modelos de sociedad y prioridades diversas. El ateísmo militante crece ante la homogeneidad de las propuestas y de los males, ante las críticas cruzadas estériles. Si nada cambia, continuará la paradoja de que en el momento que más interesa la política, más desinterés provocan sus políticos.