Gente corriente

«Para mí era solo la señora Albina, una usuaria más»

Bibliotecaria a domicilio. Jandra Piera atendió la voracidad lectora de la anciana madre de Montserrat Roig.

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GEMMA TRAMULLAS

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Cuando hace unos años le ofrecieron hacerse cargo del servicio de préstamo domiciliario de la biblioteca Sofia Barat del Eixample de Barcelona, Jandra Piera enseguida dijo que sí. La posibilidad de pisar la calle y visitar a los usuarios en sus domicilios le apetecía más que pasarse horas sentada entre cuatro paredes . Y así fue como un día entró en casa de Albina Francitorra, la madre de Montserrat Roig. Gracias a esta relación, la biblioteca Sofia Barat ofrece en consulta títulos difíciles de encontrar de la popular escritora fallecida hace 25 años, como 100 pàgines triades per mi o las series de entrevistas 'Retrats Paral·lels'.

-Nació, vive y trabaja en la Dreta de l'Eixample. Es usted un 'ejemplar' auténtico de este barrio barcelonés. Sí, pero en cuanto puedo me escapo a Portbou y salgo con mi barca al mar. Estudié Psicología Social y formo parte de la primera promoción de funcionarios democráticos del ayuntamiento. Trabajaba con jóvenes en riesgo de exclusión, pero cogí una excedencia para cuidar a mis hijas y cuando me reincorporé me tocó ir a bibliotecas. Pasé por Sant Martí de Provençals y Gràcia antes de llegar a la biblioteca Sofia Barat.

-Aquí conoció a Albina Francitorra. Creo que era el año 2006. Ella venía en silla de ruedas, con una chica que la ayudaba, y siempre tenía muy claro lo que quería. Era sorprendente que una mujer de casi 100 años estuviera tan al día de todo, especialmente de literatura catalana. Incluso nos pidió si algún voluntario podría ir a su casa para enseñarle a usar internet.

-Era una mujer ávida de conocimiento y una lectora voraz, como su hija. Sí, pero yo al principio no la relacionaba con Montserrat Roig. Para mí era solo la señora Albina, una usuaria más.

-¿Cuándo descubrió quién era? Cuando inauguramos el préstamo domiciliario le ofrecí la posibilidad de que una voluntaria le llevara los libros a casa, y fue una de las primeras usuarias del servicio. Antes de empezar a llevar libros siempre visito las casas, y como la suya estaba tan cerca me escapaba siempre que podía. Recuerdo que el piso me causó impacto, porque había quedado congelado en los años 70. En una de aquellas visitas me dijo que era la madre de Montserrat Roig.

-¿Cómo fue la conversación? La primera vez hablamos en un gabinete que tenía las paredes forradas de libros, y las otras veces me hizo pasar al salón comedor que daba a un patio interior.

-¡El patio que aparece en sus novelas! Fue entonces cuando me contó que había tenido siete hijos: seis chicas, entre ellas Montserrat Roig, y un chico. Señaló el patio y dijo que sus hijos habían pasado muchas horas allí. Fue una conversación dramática, porque entonces ya se le habían muerto varios hijos, pero me pareció que era una mujer muy fuerte, con las ideas muy claras y que estaba muy orgullosa de la vida que había llevado.

-¿Cómo acabaron en la biblioteca los libros de su hija que tenía en casa? Ella nos los ofreció y le dije inmediatamente que sí. Había tantos que fuimos a recogerlos con un carrito de la compra. Los había ordenado en montones y no me atreví a cogerlos todos. Seleccioné 15 títulos y me llevé un ejemplar de cada uno. También me llevé algunos libros escritos por su marido, Tomàs Roig Llop. Me explicó que ella le ayudó a transcribir algunos textos.

-¿Cuánto tiempo siguió pidiendo libros? Si no recuerdo mal, la voluntaria de la biblioteca le estuvo llevando entre cuatro y seis libros al mes hasta el 2009, y después se los siguió llevando a una residencia, pero ya no eran de esta biblioteca. Vivió 101 años [falleció en diciembre del 2013] y nunca abandonó la pasión por la lectura.