Dos miradas

Paisajes

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Salimos del Espacio Carmen Thyssen, en el monasterio de Sant Feliu de Guíxols, y vemos las barcas fondeadas en el puerto, en la bahía que se extiende desde la colina del Molí de les Forques hasta Sant Elm. Ella me dice: «¿Te das cuenta? Es como si el mar se las tragara, como si las imantara, como si estuvieran pegadas a una masa pastosa, sin moverse, inermes, eternas». Es cierto. No sopla el garbí como otros días, y todo es estático, con una presencia que tiene tanto de rutina plácida como de quietud inquietante. Sales del Thyssen, donde este año el protagonista es el paisaje, y resulta que entras en un cuadro de Walt Khun: la misma inmovilidad. No las ondulaciones de un mar embravecido por el viento sino la superposición de estancias que permanecen delimitadas por el amarillo de la arena, por el azul intenso del agua, por el cielo que deriva hacia el gris. Todo quieto.

Hablamos del paisaje y de la necesidad de ir más allá, de reflejar no solo lo que ven los ojos sino lo que el alma intuye: en las rocas de Mir no hay un abismo mineral sino un acantilado del alma. Nos quedamos embobados ante el Mediterráneo solar y antiguo de Sunyer, allí donde es posible pensar que todo es todavía ideal y sereno, con peces en la red. Y en la mujer del marinero de Jozef Israëls, que mira el horizonte con la esperanza de que él vuelva y que el mundo no se rasgue. Y en el bosque geométrico de Kirchner, sombrío y tenaz, como la muerte. «¿Te das cuenta?», me dice. «Es como si el mar se las tragase».