País de chorizos

JOAN GUIRADO

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Tal vez Convergència Democràtica de Catalunya se ha financiado con dinero poco transparente o lícito a lo largo de su historia. Como la gran mayoría de partidos, -PP con Gürtel, Púnica y Bárcenas; PSOE con Filesa, AVE y ERO; IU con Mercasevilla o Progea o Unió con el Caso Treball,- la sombra de la corrupción se cierne sobre ellos. A veces, por culpa de la normalidad y normalización con la que se ha permitido la donación de fondos de empresas privadas y otras por la mala fe de algunos miembros. Y erróneamente o no, todo va al mismo saco.

En España hay abiertos 703 casos de corrupción política en los distintos juzgados. La cifra es alarmante. Una razón palpable del por qué mucha gente ya no cree en la política. Una justificación del grito de "chorizos" que una mujer de avanzada edad lanza ante la sede de Convergència cada vez que pasa ante ella. Pero, de todos esos casos, muchos han acabado o acabarán en nada. Habrán acaparado portadas de telediarios y periódicos -asunto sobre el que deberíamos reflexionar los profesionales-, y difícilmente recibirán un breve de exculpación. Me viene a la memoria el escarnio que padeció el diputado Ferran Falcó, imputado durante muchos años y una de las personas a quien mas claro he oído hablar contra la corrupción, ahora absuelto de todos los cargos.

La elevada cifra de casos, repito muchos de ellos pequeños errores administrativos que se han judicializado con fines electorales, nos debe hacer ser implacables, pero también respetuosos y tolerantes con la presunción de inocencia y el sufrimiento que el escarnio puede hacer a un inocente.

Conozco personalmente a algunas de las personas a quien hoy la Guardia Civil se ha dirigido. De hecho, he trabajado con ellos. Más allá de la consideración personal sobre el personaje, Andreu Viloca es una buena persona. Un profesional honrado, como el afable Daniel Osácar, que no tienen nada que esconder. Y hoy sus nombres han salido en todos los medios, con todo lo que ello implica. La pena del telediario, sin culpa, ha caído sobre ellos. La relación corrupción-medios, entonces, es una asignatura pendiente que debemos estudiar urgentemente, tanto por parte de los medios, respeto al trato informativo, como por parte de los cuerpos de seguridad y las administraciones. Es inaudito que se entere antes una televisión que una secretaria judicial de que se está registrando un despacho por orden del juez.

La lucha contra la corrupción, como la que ha emprendido Convergència bajo el liderazgo de Josep Rull desde hace unos meses, ya debe ser un compromiso social. Debiera ser uno de esos pactos de estado que se firman aunque sea agosto -como la reforma de la Constitución a gusto de la Casa Real-, entre todos los actores implicados. Esa es la única manera de acabar con los corruptos en las administraciones y con las administraciones que usan ilícitamente los cuerpos de seguridad para atacar políticamente al adversario a través de la corrupción, como pasó ayer con órdenes, mucho me temo, muy directas de fuentes gubernamentales. Y la justicia debe ser rápida. No es normal que un caso que se investiga desde hace cinco años, aún este en fase de instrucción.

Que España es un país de chorizos no es una novedad. De hecho, se ha hecho de ello un atractivo nacional. El chorizo ibérico, que empezaron a popularizar Roldán o Ruiz Mateos, que tiene el mismo gusto que el chorizo normal pero es mas caro, cuelga ahora, por eso, de un hilo. Si nadie lo repone, quien le dé el ultimo mordisco lo habrá finiquitado. Y, seguramente, ese comensal, tendrá un buen sabor de boca.